La conferencia de donantes de París, en la que participaron alrededor de 70 gobiernos y una veintena de organizaciones internacionales, se cerró con la promesa de 7.400 millones de dólares para las arcas de la Autoridad Palestina (ANP) -no para todo pueblo palestino-, dirigida por Mahmud Abbas desde su feudo de Cisjordania.

El propio Abbas reiteró al llegar a París su negativa a negociar con Hamas, primera fuerza electoral en los territorios ocupados y que gobierna a la abandonada por todos y castigada población de Gaza.

Abbas pidió en la apertura de la conferencia 5.600 millones de dólares alertando de la inminencia de una «catástrofe total». Consciente, sin duda, de que Gaza vive ya una catástrofe de esa magnitud por el bloqueo total con el que le castigan Israel y las potencias europeas, todo apunta a que Abbas se refería a las dudas sobre su propio futuro político al utilizar esa terminología apocalíptica.

Occidente es consciente de lo que está en juego -volver a humillar a la población palestina forzando a que se desdiga de su apoyo mayoritario a Hamas-, lo que explica su «generosidad».

No obstante, y con la promesa de dinero para su bolsillo -como poco, preocupante, habida cuenta del alto grado de corrupción de la ANP y de sectores de al-Fatah-, su presidente fue más allá y pidió a los donantes que presionen a Israel para que detenga su proceso de colonización de Cisjordania.

Su primer ministro, Salam Fayyad, fue más allá y recordó que la ayuda prometida no será suficiente para relanzar la economía palestina si Israel no levanta sus prohibiciones a la libre circulación de los palestinos en su tierra, incluido el sitio sobre la Franja de Gaza.

Coincidiendo con la conferencia de donantes de París, el Gobierno israelí volvía ayer a dar luz verde a la reanudación de las polémicas excavaciones bajo la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén.

Protestas palestinas y del mundo árabe forzaron al parón en estas excavaciones, que expertos independientes han reconocido exceden con mucho cualquier propósito científico.

Paralelamente, el Gobierno anunció que los palestinos que queden en el lado oeste del Muro de Cisjordania a la altura de Jerusalén no verán reconocida su residencia, lo que les condena a quedar aislados de sus hermanos de Cisjordania.

En este clima, el Cuarteto mostró su inquietud por los planes israelíes para ampliar la colonia de Bar Homa, en el propio Jerusalén Oriental.