Alrededor de dos millones de musulmanes se dirigían ayer al valle de Mina, cerca de la Meca, para el inicio de la peregrinación anual. Este año contará, por primera vez, con la presencia del presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad.

A pie o en autobús, los fieles tomaron el camino hacia Mina, un valle árido situado a unos cuantos kilómetros del este de la villa santa, evocando así el camino que recorrió el profeta Mahoma hace más de 1.400 años. «Aquí está Alá, voy a responder a su llamada», repetían sin cesar mientras caminaban por carreteras o túneles construidos para llegar al valle. Hoy, segunda día de peregrinaje, llegarán al monte Arafat -también conocido como monte de la Misericordia-, en cuya colina rogarán el perdón de Dios. La presencia de los peregrinos en la cumbre simboliza la espera del día del juicio final. Después, regresarán a Mina para el sacrificio, normalmente, de una oveja. Este ritual marca el inicio de la fiesta de al-Adha, que este año se celebrará mañana, miércoles.

En 1990, la peregrinación a La Meca se convirtió en un fatal escenario. 1.426 peregrinos, en su mayoría asiáticos, murieron asfixiados en uno de los túneles.

Para evitar hechos tan trágicos, las fuerzas de seguridad controlaban y guiaban a los fieles y en la zona se desplegaron numerosas dotaciones médicas.

Presencia de Ahmadinejad

En esta ocasión, el rey de Arabia Saudí ha invitado al presidente iraní que ayer por la mañana llegó a la ciudad santa de Medina. Aprovechando el viaje se entrevistará con varios dirigentes y con los peregrinos musulmanes, según anunció Ahmadinejad en la televisión estatal iraní.

Es la primera participación oficial de un presidente iraní en la peregrinación. Desde hace unos añoS, Irán, mayoritariamente chií, y Arabia Saudí, suní, intentan reforzar sus relaciones tras la tragedia de julio de 1987. 402 peregrinos, incluidos 275 ciudadanos iraníes, murieron cuando las fuerzas de seguridad saudíes reprimieron una manifestación contra Estados Unidos e Israel. Irán estaba en plena guerra contra Irak.