La profunda división en el seno del Congreso Nacional Africano, (ANC), partido que gobierna en Sudáfrica, casi sin oposición, desde el fin del régimen racista del apartheid en 1994, se tradujo ayer en una batalla procedimental que ha retrasado hasta hoy la elección de su nuevo líder, crucial para el futuro del actual presidente del país y líder del partido, Thabo Mbeki. A él se enfrenta el vicepresidente del ANC y ex vicepresidente del Gobierno, Jacob Zuma.

A dos años del final de su mandato, Thabo Mbeki corre el riesgo de perder el control del poderoso ANC. Un cambio de liderazgo supondría una merma considerable de su margen de maniobra hasta las elecciones presidenciales de 2009.

Los dos sectores en liza plantearon problemas al procedimiento electoral, en concreto, en relación al recuento electrónico. Finalmente, se aceptó que el escrutinio para los primeros seis puestos del Comité Nacional Ejecutivo, incluido su presidente, se haga de forma manual y se refrende electrónicamente.

Pero, además, el peligro de fraude planea sobre la elección del nuevo líder del ANC después de que ayer el número de delegados fuera reducido de 4.075 a 3.900, bajo el argumento de no haber respetado los criterios de designación. Casi un centenar de esos delegados que han perdido su derecho a voto proceden de la provincia de Gauteng, corazón económico del país, donde la mayoría respalda al candidato rival de Mbeki, el zulú Jacob Zuma.

Capitalizando la decepción de los más pobres ante la política económica liberal del presidente Mbeki, Zuma logró una amplia mayoría de los apoyos en la designación de los candidatos, al obtener el 61% de los votos, con el respaldo de cinco de las nueve provincias y de las ligas de mujeres y de jóvenes.

Su fortaleza se ha puesto de manifiesto en Polokwane, donde hasta el jueves se celebra la 52 conferencia del ANC. El enfrentamiento entre ambos sectores, con consignas y danzas, se evidenció el domingo durante la inauguración del encuentro. Los seguidores de Mbeki mostraban al aire tres dedos queriendo simbolizar un tercer mandato para el presidente, mientras que los partidarios de su rival coreaban «Umshini Wami» (pásame mi metralleta), consigna de la lucha contra el apartheid, que se ha convertido en un emblema de Zuma.