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Lorea Goikoetxea Askapenako brigadista

A veces perder es ganar un poco

El referéndum no sólo adelanta en la comprensión de la idea del socialismo, sino en el desarrollo de las contradicciones. Estamos ante una revolución por la vía electoral

Eso dijo el entrenador de fútbol de Colombia cuando la eliminaron del Mundial y nadie entendía. Era un hombre dialéctico y llevó la dialéctica al fútbol. Incluso consolido un método acorde a la realidad del fútbol colombiano y llevó al país al más alto grado de desarrollo en ese deporte. Claro, los medios y la industria del fútbol condujeron al pueblo al más alto nivel de frenesí desbocado. La típica fórmula «pan y circo», pero sin pan. Y así, un asunto deportivo se convirtió en tragedia nacional cuando un jugador metió un autogol y fue asesinado por un apostador embriagado de esa decepción mediática promovida por los mismos que habían elevado al equipo a la condición de campeón sin haber iniciado el torneo. Pacho Maturana sustentaba que un equipo de fútbol era el reflejo de un pueblo y que la selección sintetizaba en su juego -y en sus errores- lo que en ese momento era la sociedad colombiana.

Esta anécdota para introducir lo que de manera atrevida me propongo: un análisis de la coyuntura recién vivida, de esta realidad que es la construcción del socialismo en una etapa de transición, o mejor, de una transición al socialismo por la vía electoral.

Al conocerse los primeros datos y presentirse el «cabeza a cabeza» que ya se respiraba en las calles durante la jornada, escrutado casi un 90%, Chávez, en un acto de dignidad ética y entereza política sale a reconocer los resultados, validando lo que el Consejo Nacional Electoral consideraba una «tendencia irreversible». Algunas voces anunciaban: «es una victoria pírrica... yo no quisiera una victoria pírrica... sepan administrar su victoria». A esa hora todo el país estaba paralizado. Las calles oscuras y solas, las carreteras con el manto de la noche dejaron de sentir el paso de las «gandolas» y autobuses. Todo era espectativa. La diferencia porcentual era efectivamente pírrica un 1,4%. No cualquiera hubiese aceptado este final. Chávez lo hizo y de esa manera vuelve a dar una bofetada a los que desde la estrategia de propaganda negra le tildaron de tirano. Reconoció: «yo no podía esperar más a tener un mayor porcentaje pues se trataba de la seguridad del país». En efecto, los focos de desestabilización quedaron preparados, las llamadas «guarimbas». Los pillos con sus fierros salieron a festejar echando tiros al aire y los niños ricos deliraban.

Pero ¿quién perdió realmente? Para ello, partimos de la pregunta ¿cuál era el plan? Lo que el imperio necesitaba era tener condiciones para cantar fraude, alegar una victoria ilegítima del «sí», como del 1%... Ese era el escenario necesario para desatar una violencia preconcebida y palpable en ciertos barrios, con participación de mercenarios pagados, pueblo disociado más clase media de derecha, algún que otro militar retirado y los dirigentes de oposición con el pasaje ya comprado para España.

Bueno, pues les salió mal, el tirano resulto el más demócrata. Ahora, ¿quién le dice tirano a Chávez? Sin embargo, toca hacer reflexiónes sobre el estado de cosas al interior del chavismo: las responsabilidades individuales y colectivas, lo oportuno o no de la propuesta, lo acertado o no del método... Pero lo que sí es cierto es que se ha dado un salto gigante al poner no sólo la discusión, sino la necesidad del socialismo como sistema en la mesa de todos los hogares, las escuelas, las fábricas. Es decir, nosotros que sabemos lo que es el trabajo de hormiguita para asumir una coyunturita más o menos responsable, lo lento y difícil que resulta aprehender en el colectivo unos conceptos (diferenciar entre capitalismo y socialismo, vencer la animadversión que genera el tema). Aquí se pudo tocar abiertamente en emisoras y televisiones, en talleres, en comunidades rurales... Y venir a hablar ahora, a encontrar espacios propicios para hablar de la construcción y el tránsito hacia el socialismo, sin ser desaparecido, asesinado o encarcelado es un maravillosa proeza. Y que como resultado de todo ello un 50% de la población de un país de 27 o 30 millones de habitantes haya dicho «sí queremos avanzar conscientemente hacia la construcción del socialismo» es un gran salto. Máxime cuando la maquinaria mediática maneja descaradamente la mentira como arma y cuando más de 50 años de bipartidismo mantuvieron a la población en la más absoluta modorra participativa. Se acostumbraron a pedir y esperar, no a construir. Parte de este pueblo teme lo nuevo, al cambio. Es la eterna lucha del idealismo y el materialismo, de la metafísica y la dialéctica, de la acción contra la resignación. Esa porción de pueblo se abstuvo. Una cantidad nada despreciable que desequilibró el resultado final, porque la derecha sacó los votos que ya tenía más unos 300.000 del «chavismo sin Chávez». Los acomodados en la burocracia estatal o empresarial, funcionarios que gritan sí pero votan no.... Se vieron en la necesidad de desvelar su posición verdadera, sus intereses de clase o su alienación.

En el panorama se presenta una cifra más ajustada a la realidad del proceso, se ven fallas y nuevos o viejos enemigos camuflados en las mieles del poder. Y eso es trascendental. El referéndum no sólo adelanta en la comprensión de la idea del socialismo, sino en el desarrollo de las contradicciones. Estamos ante una revolución por la vía electoral. Decir pacífica sería una imprecisión histórica, pues basta reunirse con los campesinos de Maracaibo para saber que van más de 150 campesinos asesinados, o del atentado contra el fiscal Danilo Anderson, o de los jóvenes de colectivos barriales asesinados por sicarios, o de los paramilitares detenidos en Caracas entrenando para atacar el palacio...

De ese modo también se expresan las contradicciones de clase y yo diría que el referéndum arroja una ganancia política internacional para Chávez, quien con esta actitud derrumba la matriz de información machacada desde la dictadura mediática global. Además, sirve para saber con qué y con quién se cuenta y hasta dónde. Saber de los vacíos para actuar sobre ellos, de los errores para corregirlos y saber que el socialismo no se decreta, se construye. Ese «por ahora» de Chávez no es más que la síntesis de una posición dialéctica. Las condiciones no estaban maduras. Lo que sí está claro es que el terreno esta abonado y Chávez sigue en el poder por cinco años. Vendrá «el contragolpe», otra ruta para intentar avanzar en la transición hacia este experimento de socialismo bolivariano y «nuestroamericano».

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