crónica | relevo en la anc sudafricana
Alegría, decepción e incógnitas tras la victoria de Zuma
La elección de Jacob Zuma como presidente del Congreso Nacional Africano (ANC), que le convierte en probable próximo presidente de Sudáfrica, produjo manifestaciones de alegría en su partido y y preocupación tanto en la oposición como sobre el futuro del actual gobierno, del derrotado Mbeki.
GARA Polokwane
Mientras tanto Zuma, que tenía previsto comparecer ayer ante la prensa, optó al final por dejar al país y al mundo esperando hasta hoy, para dar ante los militantes de su propio partido las primeras claves sobre cómo va a emplear el poder que acaba de adquirir al acceder a un puesto trampolín para la Presidencia de la República. «Pedimos disculpas por crear expectativas», señaló el portavoz del ANC, Steyn Speed, que justificó el cambio de última hora diciendo que era «más apropiado» dirigirse a los medios sólo tras hacerlo ante los delegados.
Jacob Zuma fue elegido el martes nuevo presidente del partido que gobierna Sudáfrica en unos comicios internos en los que el líder saliente y actual presidente del país, Thabo Mbeki, salió derrotado.
Estos históricos resultados, y las consecuencias políticas, económicas y sociales que pueden suponer, desataron todo tipo de reacciones en el país y ocuparon todos los debates. La prensa de su país consideraba ayer que el jefe del Estado no era ya más que «un pato cojo» tras su fracaso del martes.
La alegría se extendió entre sus seguidores en la Universidad de Limpopo, en Polokwane, donde se está celebrando la 52 conferencia nacional del partido que finaliza hoy. Pero la fiesta estalló especialmente en su pueblo natal, Nkandla, en la provincia sureña de Kwazulu Natal, donde miles de personas salieron a las calles para festejar el éxito de su paisano.
No obstante, el miedo y la decepción se instaló entre sus detractores, tanto internos como externos al ANC.
«Hoy es un día sombrío, no sólo para el ANC, sino para toda Sudáfrica», manifestó la líder del opositor Alianza Democrática (DA), Helen Zille. «Es una pena que el partido gobernante no pueda encontrar ningún candidato mejor que Jacob Zuma para liderarles», añadió. Como otros opositores, expresó también su temor por las políticas que pueda impulsar, especialmente en cuestiones relacionadas con la igualdad de género, la pena de muerte, la homosexualidad o el racismo, temas que Zuma evitó en campaña.
Peligro de bloqueo
Los analistas coinciden en que se abrirá un periodo de incertidumbre y advierten del peligro de un bloqueo del Gobierno, ya que Mbeki tendrá que continuar los 18 meses que le restan de mandato como presidente de Sudáfrica conviviendo con su rival político como líder del ANC.
Habrá que ver cómo afecta al avance del país el choque frontal entre ambos líderes, un enfrentamiento que ya ha causado la peor crisis interna de la historia del partido y que amenaza ahora con traducirse en una anulación de la gobernabilidad.
La elección del carismático y polémico Zuma abrió, en cualquier caso una nueva etapa para el partido y probablemente para el futuro de Sudáfrica, ya que tradicionalmente el ANC presenta a su líder como candidato a la Presidencia del país. Continúa así la carrera de Zuma hacia el liderazgo de Sudáfrica, en una evolución que parece imparable y que culminará en 2009 con las elecciones generales.
Pero este ascenso puede verse brutalmente interrumpido si Zuma, que acarrea un currículim de escándalos y polémicas, es acusado de corrupción y fraude fiscal al término de una larga investigación sobre un contrato armamentista que ya supuso la condena de su asesor financiero y a él le costó la Vicepresidencia del país en 2005.
La Constitución no prevé la inmunidad presidencial, pero nada le impide presentarse si es acusado. Zuma ha insistido en que se retirará si es condenado se retiraría, pero no ha mencionado qué hará si es inculpado.
En cualquier caso, el respaldo comunista y sindical a Zuma, exigiendo una inversión masiva del Estado en la lucha contra la pobreza y el desempleo, ha creado temores en los sectores liberales a un posible giro a la izquierda después de años de crecimiento macroeconómico -sin reparto social alguno- que ha protagonizado Sudáfrica bajo el mandato de Mbeki.