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ofensiva contra el independentismo

La sentencia certifica con sorna una condena basada en los calabozos

La sentencia da por probado que Xaki era el aparato internacional de ETA. Lo sustenta básicamente en declaraciones efectuadas en los calabozos, de donde Mikel Egibar y Nekane Txapartegi llevaron un relato estremecedor hasta el tribunal. El primero exigió carearse con los guardias civiles y la segunda denunció una violación. Pero los jueces dicen que no hay pruebas. Y hasta ironizan con el relato «compungido» de Txapartegi y el «escabroso relato» de Egibar.

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Ramón SOLA | IRUÑEA

Las conclusiones de la pieza de Xaki no ofrecen grandes titulares. El fallo deja sentado ya de entrada que esa asociación «no es ni más ni menos que el aparato de relaciones internacionales de ETA», y añade que pese a que surgió en 1996 como ente independiente «ETA seguía estando bien presente y continuó decidiendo la estrategia a seguir». Lo sustancial de este caso está en otro punto: el capítulo siete de los llamados «fundamentos jurídicos», que lleva por título «Torturas en general».

En él, los jueces hacen un análisis pretendidamente exhaustivo de las cuatro principales denuncias de torturas en este macroproceso. Se quejan desde el inicio de que «hasta la saciedad se ha venido diciendo que los acusados Xabier Alegria, Xabier Arregi, Mikel Egibar y Nekane Txapartegi sufrieron terribles torturas (...) y para aliviar semejante calvario declararon como lo hicieron». El mismo tono sarcástico marca las consideraciones posteriores. Un sarcasmo que contrasta con el terrible contenido de las referidas denuncias de tormentos.

Uno de estos casos fue el de Mikel Egibar. La sentencia afirma que sus cuatro declaraciones policiales tienen «contenido altamente inculpatorio». Basta seguir leyendo para comprobar por qué. El fallo recoge que Egibar explicó que en un momento del traslado a Madrid «pararon el vehículo y lo tumbaron; oyó el percutor de una pistola, era un simulacro de ejecución. Fue enloqueciendo». Refiere cómo estuvo siempre encapuchado, fue golpeado, sufrió hemiplejia y alucinaciones. Y que en un momento de la incomunicación, «se llevaron a Nekane [Txapartegi] y la violaron haciéndole creer que violaban a sus compañera». Tras llegar a la cárcel fue operado porque se le reventó una vena del pie.

La réplica del tribunal -además de definir su relato como «escabroso»- es la siguiente: «De ninguno de los informes evacuados por los facultativos puede inferirse que Egibar pudiera haber estado sometido a las atrocidades que relató en el plenario, y ni siquiera al más `leve' maltrato».

A continuación se revisa la denuncia de Nekane Txapartegi, repleta de «compungidas frases» según la terminología del tribunal. Se indica que también ella refirió un simulacro de ejecución similar al relatado por Mikel Egibar, que narró la aplicación de «la bolsa» y electrodos, y finalmente la violación.

Pues bien, para el tribunal los elementos analizados «apuntan a que todo esto no es más que una falsedad». ¿Por qué? Porque «de ser cierta su tesis, todos habrían delinquido: no sólo los miembros de la Guardia Civil, sino también el médico forense, que permitió la presencia de los agentes agolpados en la puerta de la sala de reconocimiento, que se encontraba abierta; la mismísima magistrada instructora, haciendo oídos sordos a las quejas de la detenida sobre su calvario; el secretario judicial, que decidió mirar para otro lado; y los funcionarios del centro penitenciario, pues a pesar de estar todos nerviosos ante el lamentable aspecto físico que presentaba la interna, nada se comunicó al juez instructor».

La sentencia redactada por Ángela Murillo descalifica también, de modo similar, las denuncias de torturas de Xabier Arregi o Xabier Alegria, a quien sus familiares encontraron en estado de «shock» tras pasar por comisaría en 2002.

Alternativa y resolución

Una vez negado que se hayan producido torturas, el tribunal no duda en señalar el resultado del interrogatorio a Mikel Egibar en los calabozos como «la base de su propia condena: son declaraciones claras, coherentes». Y, en general, apuntala con estos testimonios su tesis de que Xaki es parte de ETA.

Sentado esto, el resto encaja una vez más. Por ejemplo, que Xaki difundiera la Alternativa Democrática o promocionara internacionalmente un proceso de resolución al «pretendido conflicto». «Se lo encomendó ETA», concluye el fallo.

«PURO INVENTo»

El fallo niega que lo que Egibar o Txapartegi narraron con pelos y señales ocurriera en realidad: «Serían hechos tan deleznables, repulsivos y despreciables que la respuesta punitiva parecería hasta raquítica», indica.

DEPORTADOS

Diéguez o Díaz no ocultaron que en un viaje comercial a La Habana estuvieron con deportados vascos; pero para el tribunal eran en realidad militantes de ETA y añade que «no es de recibo que lo desconocieran».

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