Occidente amenaza con sortear el veto ruso a la independencia de Kosovo
Superados todos los plazos, la ONU volvió a darse ayer de bruces con la amenaza de veto de Rusia en el Consejo de Seguridad a la independencia de Kosovo. Occidente advirtió de que la situación es insostenible y amenazó con una salida al margen de este selecto club nuclear.
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La reunión del Consejo de Seguridad sobre el estatus definitivo de Kosovo, la primera después de que expirara el pasado 10 de diciembre la prórroga en el intento de mediación internacional entre Belgrado y Pristina, terminó sin acuerdo y sin votación después de que Rusia, que como potencia nuclear disfruta de poder de veto, reiterara su amenaza de ejercerlo contra una eventual resolución que recoja el plan de la ONU para una independencia supervisada del enclave balcánico.
Tal y como adelantaron los embajadores estadounidense y británico antes de cruzar la puerta de la sala de reuniones, el representante belga, Johann Verbeke, confirmó el fracaso de la reunión y advirtió de que el actual estatus de Kosovo «es insostenible».
De nada sirvió que el presidente de Kosovo, Fatmir Sejdiu, reclamara a los miembros del selecto club ejecutivo de la ONU que se permita a los kosovares «superar dos décadas de aislamiento, guerra y limbo político». Y es que Kosovo es en la actualidad un protectorado de facto de la ONU.
Un lastre para el futuro
«Kosovo está lista para seguir adelante», advirtió en su discurso ante los delegados el Sejdiu, quien recordó que la falta de claridad sobre el estatus final de Kosovo ha retrasado su maltrecha economía, ha imposibilitado el ejercicio pleno de la democracia y ha negado al conjunto de la región de los Balcanes la elaboración de «una precisa hoja de ruta sobre su futuro».
Para alegría del primer ministro serbio, el unionista Vojislav Kostunica -presente también en la reunión-, la representación rusa tildó de «absurdo que el potencial de las negociaciones esté agotado». Toda una muestra de cinismo que evidencia que el objetivo de Rusia es torpedear cualquier solución, más áun cuando fue a instancias de Rusia que se abrió el pasado 10 de setiembre el nuevo plazo de tres meses de mediación.
Así las cosas, diplomáticos occidentales aseguraron que la resolución 1244, concretamente el hecho de que la «integridad territorial» de Serbia sólo se mencione en su preámbulo -los preámbulos no son jurídicamente vinculantes- podría permitir salir del atolladero y permitir no sólo el desembarco de la UE en Kosovo en sustitución de la ONU sino su independencia.
La autoproclamada República de Transdniéster, territorio adscrito a Moldavia al este del río Dniéster pero bajo la égida rusa, reclamará la independencia si se reconoce a Kosovo.
El portavoz de ERC en el Congreso español, Agustí Cerd, pidió al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero «valentía» para aceptar la independencia de Kosovo.
Cerd le reclamó que asuma que «en determinadas circunstancias la voluntad de los ciudadanos prevalece sobre la interpretación que el derecho internacional hace sobre los principios de soberanía e integridad territorial (...) Les pedimos que lo acepten, aunque les parezca un precedente incuestionable a pesar de los esfuerzos de la UE por disimularlo», concluyó. Tildó de «imperdonable» que la UE impusiera los intereses de algunos estados miembros «alérgicos a la creación de un nuevo Estado en Europa por encima de la voluntad democráticamente expresada» por los kosovares.
Menos directo, el portavoz del PNV en el Congreso español, Josu Erkoreka, señaló que si lo que puede esperar Kosovo de una autonomía concedida por Serbia es el respeto que Madrid ha mostrado con el autogobierno de la CAV y el Catalunya no le extraña «nada» que los kosovares «deseen mayoritariamente instalarse por su cuenta».
Los portavoces de EA y de BNG abogaron por avalar la independencia de Kosovo.
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