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ofensiva contra el independentismo

Palabras que chocan con años de trabajo en favor del movimiento popular

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I.B. | GASTEIZ

En Euskal Herria son cientos los organismos y miles las personas que conocen de primera mano qué es la Fundación Joxemi Zumalabe. Lo saben porque han requerido y han recibido su ayuda en el ámbito técnico, formacional, de secretariado, o porque han tenido conocimiento uno de otro a través de la Fundación. Lo saben porque trabajan con la publicación «Fite!», y porque en este país todo el mundo sabe qué es la Fundación Joxemi Zumalabe.

Y sabe también qué no es.

Para el tribunal presidido por Murillo, la Fundación «colaboró decisivamente» con ETA en el desarrollo de «la desobediencia civil como otra forma de lucha complementaria a la ejercida por el brazo armado, el frente de masas y el frente mediático». «En definitiva, la Fundación no formaba parte de ETA, pero colaboró con la misma en el impulso de la `desobediencia civil' como forma complementaria de la lucha, llamada a arropar la lucha armada y la lucha de masas», insiste.

Desde su nacimiento, a raíz de que el economista Fernando Olalde decidiera dedicar una millonaria herencia a ayudar a los demás, la Fundación Joxemi Zumalabe no ha realizado ninguna campaña en favor de la desobediencia civil. A pesar de que que alguno de los miembros de su Patronato, como el profesor Mario Zubiaga, sepa mucho de este tema que imparte en la Universidad, y a pesar de que en su intervención varios de los imputados defendieran sin duda las virtudes democráticas de esta práctica.

Pero no era ésa la función de la Fundación, y la única relación con la desobediencia civil se limitó a realizar labores de secretariado en los debates que diferentes organismos desarrollaron en 2002. Así lo explicaron en el juicio los propios participantes en estos debates, y así consta en las actas del Patronato, donde apenas unos párrafos se refieren a este tema en dos de las actas.

Frente a ello, los magistrados acusan en la sentencia a la Fundación de ser sucesora de los Abertzale Sozialista Komiteak (ASK), y ser utilizada como herramienta para «engañar y no espantar a los grupos políticos, sociales y culturales« que «eran susceptibles sólo de apoyar algunas de las reivindicaciones del MLNV».

Así, para el tribunal, la Fundación, «siguiendo puntualmente los criterios de remodelación de la `facción ar- mada' de ETA», impulsó «las actividades que antes habían sido controladas por KAS».

El documento «Piztu»

«Desde la Fundación se continuó con la difusión y puesta en práctica de la `desobediencia civil' a través del proyecto `Piztu'». El tribunal alude a este documento y le da gran importancia, pero Mikel Zuluaga explicó, como hizo hace siete años, que es un texto que buscaba la reflexión y que contó con la aportación de muchas personas. Así lo confirmaron otros tantos testigos.

Para los jueces, según el fallo, Piztu «se caracterizaba por su extremo radicalismo». Será porque apostaba por «una nueva cultura progresista, para que los acuerdos progresistas de Lizarra-Garazi sean irreversibles» y pretendía «una guerra de guerrillas de la inteligencia, que con ataques relámpagos subvierta el orden constitucional».

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