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Comedores sociales en Bilbo

Algo más que un sencillo Plato de alubias

En torno a más de 400 personas, población transeúnte o perceptora de ayudas sociales, acuden a diario a los cinco comedores sociales con los que cuenta Bilbo, cuatro de ellos gestionados por entidades vinculadas a la Iglesia católica y con muchos años de historia.

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Agustín GOIKOETXEA

Damas Apostólicas del Corazón de Jesús, en Indautxu; Franciscanos, en Iralabarri; Conde Aresti, en Zabala; y Siervas de Jesús, en la calle Hernani. Junto al co- medor del albergue municipal de Elejabarri, en Rekalde, son puntos de referencia para los sin techo que malviven en las calles de la capital vizcaina no sólo porque tienen acceso a algo básico como alimentarse, un plato de alubias, sino un punto de referencia o una obligación diaria con la que conseguir no alejarse aún más de la sociedad que, en muchos casos, los excluye.

El más antiguo de los recursos es el que la Fundación Conde Aresti -de la mano de las Hijas de la Caridad- ofrece desde 1903 en su residencia de la calle Zabala. Su horario diario de comidas y cenas es de 13.00 y 19.30. El de San Antonio, en Irala, ofrece también comidas y cenas, todos los días de la semana, en turno único de 12.30 y 19.30. La iniciativa fue puesta en marcha el 19 de noviembre de 1954 por un grupo de mujeres, cercanas al convento, que preparaban y repartían comida a niños e inmigrantes venidos al Botxo desde diferentes pueblos del Estado español. El comedor llevaba asociado un dispensario médico. Más tarde, en 1982, la comunidad franciscana reorganizó el servicio.

Aseguran quienes lo gestionan que el de los Franciscanos, sin temor a equivocarse, «es un poco el comedor del barrio, en el sentido de que es rara la familia que no ha colaborado con voluntarios y económicamente. Se puede decir así».

Una media de 90 personas acude a comer y cenar, «lo que totaliza al final del año entre 70.000 y 80.000 usuarios», comenta Antonio Pérez, miembro de la congregación franciscana de Iralabarri y responsable del proyecto, que apostilla que «hay también un sencillo centro de día, donde a las mañanas se sirve un café, se lee la prensa, se organizan salidas y otras actividades».

Los beneficiarios son, al igual que en los otros recursos que existen, inmigrantes jóvenes recién llegados a la villa y, por situarse, en su mayoría magrebíes; parados sin ningún tipo de ingresos o con pequeñas ayudas que no alcanzan para sus necesidades; personas con problemas siquiátricos crónicos, con consumos de drogas y alcohol; y transeúntes. Además, resalta Pérez, «están los veteranos. Personas que han hecho del comedor su casa y familia. Alguno puede llevar cerca de 40 años viniendo».

Muchas de estas personas están insertas en algún proceso de inserción laboral o social con entidades específicas, como Lagun Artean, Izangai, Adsis o Sartu. «Nuestro papel suele ser mas el de animarles a entrar en ellos, derivarles, acogerles en las recaídas... El comedor -puntualiza- viene a ser una plataforma muy básica. Un punto de partida. O de llegada para casos crónicos o de edad avanzada». De esta tarea se encarga un educador social contratado.

Uno de los grandes activos han sido y son, remarca, los voluntarios. «Semanalmente pasan a servir cerca de 80 voluntarios y voluntarias adultos. Algunos a diario. Otros intercalando días. Además, a lo largo del año pueden venir otros 200, jóvenes de colegios en su mayoría, a hacer experiencias en el campo de la exclusión, o como parte de alguna asignatura del curriculo», explica este franciscano, alma mater del proyecto.

Pérez añade que algunos de los voluntarios se suelen quedar a comer o cenar, «gente que vive sola, inmigrantes en paro,... También -subraya- hacemos con ellos cursos, excursiones y fiestas. Es como otro proyecto dentro del mismo comedor».

En el comedor de Apostólicas, dirigido desde 2002 por Cáritas aunque inició su andadura en la década de los 40 del siglo pasado, se dan comidas todos los días de la semana, en turno rotatorio de 12.30 a 13.30. Para aquellas personas que están realizando cursos de formación en horario de mañana y les resulta prácticamente imposible acudir en ese horario, por ser muy temprano, hay un turno especial a las 14.00. En este caso, deben justificarlo debidamente.

Un menú modelo en este equipamiento -sito en la calle Manuel Allende, en Indautxu- es lentejas, tortilla de queso, compota y café. Al incrementarse el número de musulmanes que acude, los menús diarios han variado, adaptando los primeros para que todos los comensales los puedan degustar siguiendo sus preceptos religiosos y, en el segundo, existen algunos días dos platos para elegir. «Uno de nuestros retos es mantener la capacidad de adaptación», subrayan.

A diario, especialmente en invierno, cerca de 150 personas se alimentan gracias a los menús que elaboran en su cocina personal de la Fundación Peñascal, otra iniciativa de carácter social, con la colaboración de una veintena de voluntarios. El comedor no es el único equipamiento que se ofrece a las personas sin hogar, pues se ha habilitado un centro de día en el que una veintena de usuarios tiene la posibilidad de estar a cobijo, además de ducharse y lavar sus ropas por un euro. La tarifa la justifican por ser «testimonial» y «al alcance de cualquiera. Pero tienen que saber que las cosas cuestan».

Joseba Gaya, responsable del recurso, explica que hay un grupo de usuarios que es «muy habitual», en su mayoría de la capital vizcaina, que perciben la renta básica o sus pensiones son muy bajas. «Teóricamente puedan acudir al comedor personas de 18 a 65 años, pero al no haber alternativas reales para los mayores, acude alguno con más de 80 años», señala.

Desde ambos recursos -comedor y centro de día- se trata de orientar a los sin techo hacia otros en que puedan, el que lo desee, recomponer su maltrecha vida. «El comedor es un punto de referencia goloso. No hay que ir a buscar a la gente a la calle. A quien demanda algo más tratamos de ayudarle haciendo un seguimiento exhaustivo y acompañamiento en el proceso de inserción», incide. El centro de día, por ejemplo, mantiene abierta sus puertas de 8.30 a 17.00.

En San Francisco, el comedor Beata María Josefa, dirigido por las Siervas de Jesús, da de desayunar de 8.45 a 9.45, en sus instalaciones de la calle Hernani. Otro recurso es el comedor del albergue de Elejabarri, que depende del Consistorio bilbaino, donde a diario va un centenar de usuarios.

A estas prestaciones alimentarias hay que sumar las que ofrecen -cenas y desayunos ligeros- los centros de noche para drogodependientes de Hontza, en San Anton; así como los albergues de Ozanam y Lagun Ar- tean, en el muelle de Marzana y Deustua.

Carnés de acceso

Desde marzo de 2005, el Area de Acción Social del Ayuntamiento de Bilbo asumió la expedición de los carnés para acceder a tres de los comedores -Apostólicas, Franciscanos y Conde Aresti- labor que efectuaba hasta entonces Cáritas en una oficina de la plaza Corazón de María. en San Francisco. A partir de enero de 2007, tras la elaboración de tres aplicaciones informáticas, la recogida de datos y la redacción de un procedimiento, se activó un programa de acceso a necesidades básicas, que contempla el alojamiento, la alimentación y el vestido.

A la espera de una valoración en profundidad, entidades y administración municipal parecen estar satisfechos por los resultados obtenidos, principalmente en la optimización y coordinación. En sus dependencias de Alameda Mazarredo número 22, trabajadoras del Servicio Municipal de Urgencias reciben a las personas sin techo, hacen un rápido diagnóstico de su situación y se encargan de derivarles hacia los diferentes recursos asistenciales que necesitan, entre ellos los comedores. Los beneficiarios reciben un carné, con colores diferentes en función del centro que les corresponde por su cercanía a su domicilio, si lo tienen; o a otros recursos en los que participe, horarios o simplemente por criterios de accesibilidad. Muchas personas mayores que viven en San Francisco, Bilbao la Vieja y Zabala, por ejemplo, acuden al comedor de Conde Aresti.

Uno de los asuntos que está encima de la mesa, según reconoce Txema Duque, técnico de Acción Social, es estudiar la participación económica de algunos de los usuarios en el pago del menú, cómo sucede en Gasteiz, aunque no hay nada prefijado. Desde las entidades no se rechaza abiertamente la propuesta municipal y se inclinan por analizar las diversas propuestas.

Un sistema informático controla la asistencia

Las aplicaciones informáticas de las que dispone el Área de Acción Social posibilitan que los responsables de los comedores de Apostólicas, Franciscanos y Conde Aresti optimicen los recursos con los que cuentan, repartiendo a los usuarios dependiendo de las necesidades. El Consistorio bilbaino se encarga de hacer «reservas» a esos centros.

A través de los carnés, que disponen de código de barras, se controla la asistencia y, si se produce alguna alteración grave, se dictan las sanciones correspondientes. Inicialmente, a los beneficiarios se les da un pase para diez días, que luego se extiende a un mes, «aunque es algo flexible», apostilla Txema Duque, técnico de Acción Social. A.G.

 

 

Recursos para saciar el hambre: gestionados por entidades católicas

APOSTÓLICAS

En la calle Manuel Allende, en Indautxu, ofrece comidas en turno abierto, de 12.30 a 13.30, con una ampliación a las 14.00 para personas que acuden a cursillos.

FRANCISCANOS

Este comedor, sito en Irala, oferta comidas y cenas en turno único de 12.30 y 19.30, para 108 comensales, frente a las 150 plazas que dispone Damas Apostólicas.

CONDE ARESTI

Con sus 104 años de historia, este recurso, ubicado en la residencia del mismo nombre en Zabala, ofrece comidas y cenas, de 13.00 y 19.30, para 50 personas.

Beata Mª josefa

El comedor Beata María Josefa, gestionada por las Siervas de Jesús en sus instalaciones de la calle Hernani, da 70 desayunos a diario de las 8.45 a las 9.45.

Elejabarri

En el albergue municipal de Elejabarri, en Rekalde, se ofrece desayuno, comida y cena para el centenar de personas a las que se da cobijo en todos sus servicios.

Hay más

Centros de día y noche como Hontza, Lagun Artean, Ozanam, Zubietxe, Agiantza, Bizitegi y de la Comisión Anti-Sida ofrecen alimentación a las personas usuarias.

Menús especiales para unas fechas que han dejado de serlo para muchos comensales

Las fechas navideñas también tendrán su reflejo en los menús de comida y cena que ofrecen los comedores sociales de la capital vizcaina. En el de San Antonio, en Iralabarri, los platos que degustarán los comensales en la cenas del 24 y 31 de diciembre y comidas del 25 de diciembre y 1 de enero, por ejemplo, «apenas difieren de lo que se puede comer en una casa normalizada, como cordero, bacalao, turrón...», señala Antonio Pérez.

«Sí es verdad que ha bajado bastante el tono festivo de años atrás, cuando los comensales eran autóctonos en su mayoría. Las sobremesas solían durar horas y se prodigaban los villancicos, jotas... Hoy -subraya este miembro de la congregación franciscana en el Botxo con años de experiencia en esta tarea-, como la mayoría son inmigrantes, magrebíes en su mayoría, comen y se van rápidos. Además, el toque religioso no va con ellos».

Esta misma situación se repite en Apostólicas, donde se confecciona un menú especial para las comidas, que es el servicio que ofertan de 12.30 a 13.30, teniendo en cuenta los preceptos religiosos de los musulmanes, al igual que sucede a lo largo del año. «Para ellos es un día más, se nota más la bajada de comensales los días del Ramadán», explican los voluntarios que trabajan en este recurso sito en Indautxu. A.G.

 

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son las que a diario, sin excepciones, se alimentan gracias a los cinco comedores sociales que existen en la capital vizcaina.

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