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«Ayudamos a crear herramientas de lucha en los barrios»

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Miguel Perterría
movimiento popular de argentina

El tremendo nivel de exclusión en Argentina ha sido uno de los factores para el nacimiento de un movimiento que ayuda a crear herramientas de lucha en los barrios y hace un trabajo social en distintos ámbitos. A ese colectivo, que surgió a través de HIJOS, pertenece Miguel Perterría .

Martxelo DÍAZ |

Miguel Perterría ha estado visitando Euskal Herria de la mano de Mugarik Gabe para dar a conocer la lucha que desempeñan en los barrios populares más desfavorecidos de Argentina.

¿Cuál es la labor que desempeñan ustedes en los barrios populares de Argentina?

Somos un movimiento popular. Hace diez años, a través de HIJOS (colectivo que trabaja en el ámbito de los desaparecidos), nos acercamos a Zona Sur, que era un barrio en el que comenzaba a haber un proceso de tomas populares. La mitad del barrio era un parque abandonado, un basural, y la gente fue tomando terrenos. La consecuencia es una gran represión. Hay barrios en los que hay 20 muertos. Esta gente se acercó a nosotros para tratar el tema de derechos humanos, en torno a la represión. Un grupo de gente comenzó a hacer trabajo social en comedores, merenederos, talleres de oficios y educación popular.

Esta relación formó un colectivo para el trabajo barrial, en el sentido de generar herramientas de lucha en los barrios. El año pasado, en los últimos pedazos de tierra que quedaban vacíos, que en realidad era un basural clandestino, fueron tomados por 150 familias del barrio que no tenían vivienda. Ahí se conformó más como movimiento, en el sentido de ser un espacio de organización política del barrio. Sin una definición estrictamente política, pero sí con una visión de construcción asamblearia de cara a la lucha, pero también para la organización del barrio.

Trabajamos en el ámbito jurídico para hacer frente a los desalojos y a la presencia de la Policía y de la Gendarmería en los primeros días. También se limpia el barrio y hemos generado comisiones de salud, educación y género. Hemos impulsado la movilización y hemos llevado a cabo cortes de ruta.

También nos hemos organizado en otros barrios de la capital. Uno de ellos fue desalojado tres meses después de ser tomado, mediante un operativo bastante fuerte de Policía. Se intentó resistir, pero no nos fue posible. Igualmente, esa gente sigue organizada especialmente en el tema de vivienda.

¿El modelo trata de responder mediante la lucha ante una carencia de derechos por parte del sistema?

Más o menos. No es sólo que se luche por los derechos. Los niveles de exclusión en Argentina son bastante fuertes. Hay cerca de un 20% de desocupación, los colegios públicos se caen a pedazos, la salud también se cae a pedazos, existe un 40% por debajo de la línea de pobreza. Son un montón de factores que van determinando un nivel de exclusión tremendo.

El tema es no sólo pelear por los derechos, sino ver que el Estado no va a cumplir esos derechos. Surge la necesidad de construir un sistema alternativo. El paso de las tierras a los vecinos, por ejemplo, es algo que debe solucionar el Estado y al que hay que obligarlo mediante la acción directa, la movilización o los cortes de ruta.

¿Cuál es la verdadera situación en la que vive la población argentina en un país que presume de buenos datos macroeconómicos?

El contexto de la Argentina actual lo determina la dictadura de 1976. En 1973 se retira la dictadura de Lanusse y hay un Gobierno que se puede llamar popular y que era apoyado por las guerrillas y la movilización. Hay un golpe de Estado que elimina toda la resistencia popular, desde las guerrillas hasta el militante sindical. Hay 30.000 desaparecidos, un genocidio.

A la vez, toda esta represión se utiliza para generar medidas económicas, como la liberalización de los aranceles, el libre intercambio de productos, la desaparición de indemnizaciones y derechos laborales. Todo ello, bajo el Estado de sitio.

En 1983, gracias a la movilización popular, la dictadura se retira, pero la democracia sigue un continuismo en determinadas medidas económicas. Ese continuismo fue determinando la situación económica de hoy en día. En los 90 se profundiza mucho más en esta línea, con Menem. Hoy en día, tras la crisis de 2001, existe un discurso de izquierdas, pero que en el fondo no lo es y que trata de aplicar medidas neoliberales.

Argentina se caracteriza por tener una oligarquía de terratenientes muy fuerte. Existe una alta concentración de la tierra. Logran altos beneficios por el alza de los precios en el ámbito internacional de materias primas. Existe también una burguesía que vive de las transnacionales y una burguesía financiera dependiente de la especulación internacional. La pequeña burguesía nacional intenta crear una pequeña industria, pero también es dependiente del exterior. Junto a ellas, está la clase media, que cada vez se está reduciendo más, y una clase baja cada vez más amplia, que puede llegar hasta el 50-60%.

En estos momentos, parece que la economía argentina está algo mejor, pero se debe únicamente al alza del precio de las materias primas, que permiten que el Estado tenga una política de retención de rentas cercana al 30%, lo que le permite tener un superávit, que lo único que hace es alimentar el clientelismo político del Gobierno kichnerista. A la vez, implementan obras públicas faraónicas que no sirven a los intereses del país. Es el caso del TAV entre Buenos Aires y Rosario, mientras el tren que se toma para ir al trabajo en la Zona Sur de Buenos Aires se nos cae a pedazos y todo el mundo va colgando de los vagones.

El país fue completamente desindustrializado y los sectores claves de la economía están en manos de empresas nacionales españolas, como Endesa, Telefónica o Repsol o diferentes consorcios extranjeros, a los que el Gobierno argentino, además, subvenciona.

Mientras, la canasta básica ronda los 1.800 pesos (390 euros) y el salario de un albañil se sitúa entre los 800 y los 1.000 pesos (175-215 euros).

 

subvenciones

«El país fue desindustrializado y los sectores claves de la economía están en manos de empresas españolas o consorcios extranjeros a los que el Gobierno, además, subvenciona»

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