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Una extraña experiencia fraternal por rutas de la India

«Viaje a Darjeeling»

De entre todas las miradas extranjeras que se han acercado a los misterios de la India, la de Wes Anderson puede resultar la más extraña de todas. El más singular de los cineastas independientes norteamericanos hace las maletas y se sube a un tren que parece de juguete en «Viaje a Darjeeling», película surrealista sobre tres hermanos que solamente encontrarán el camino al perderse, porque las rutas organizadas no llevan en realidad a ninguna parte interesante.

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

La carrera de Wes Anderson se encuentra en un momento difícil, como la de todos aquellos grandes cineastas que son minoritarios y ni siquiera gozan del respaldo unánime de la crítica, demasiado cegata para disfrutar de las creaciones de tan excepcional estilista. Con su anterior «Life Aquatic» se la jugó, pasando a ser adorado por unos, entre los que me encuentro, y odiado por el resto. Se acercó demasiado a autores únicos como Godard o Fellini llevado por su suicida sentido del riesgo artístico, lo que tal vez esté empezando a pagar. La independencia tiene un alto precio, aunque Anderson no necesita hacer esfuerzos para ser original, porque siempre acaba siéndolo. En medio de la encrucijada, nada como un viaje purificador a la India, de esos de los que dicen se regresa renovado, sin posibilidad de volver a ser el mismo.

La esencia de «Viaje a Darjeeling» es muy sencilla de resumir: «Hay que perderse para encontrar el verdadero camino». No sé si el pensamiento en cuestión tiene algo de espiritual, pero se trata de un aforismo rigurosamente cierto. Referido a Wes Anderson, viene a significar que la inspiración no se puede reducir a un método profesional, porque surge cuando el artista menos lo espera. A los turistas de la película les pasa otro tanto, ya que pretenden programar su viaje como si el destino de su ruta, perfectamente planificada, fuera a hallar la iluminación. Pero no es una cuestión que esté en manos de las agencias de viajes, así que solamente comienzan a ser conscientes de su objetivo real cuando son expulsados del tren y se encuentran a sí mismos en medio de ninguna parte.

Los protagonistas son tres hermanos que, en teoría, marchan al reencuentro de su madre, una Anjelica Huston que se ha retirado a un convento al pie del Himalaya. El motivo de la reunión es que ha pasado un año desde la muerte de su padre y es tiempo de recuperar el contacto y cerrar cicatrices. Ya se sabe que Wes Anderson es uno de los retratistas más imaginativos de la familia disfuncional norteamericana, así que de nuevo desarrolla un mundo de relaciones excéntricas, donde cada cual construye su propio mundo, sin que ningún orden institucional o mentalidad de clan prevalezca. El hermano al que se debe la iniciativa de tan singular aventura está interpretado por Owen Wilson, quien no tiene inconveniente en autoparodiar sus propias tendencias suicidas en la vida real, harto comentadas en la prensa.

Adrien Brody es el hermano que se arroga las preferencias paternas, haciendo un poco las veces de continuador. Y, finalmente, Jason Schwartzman arrastra una historia sentimental a cuestas, presente a través de los mensajes en su contestador de voz. El asunto romántico en cuestión tiene su prolongación en el cortometraje que precede en la proyección de la película y que conviene que los exhibidores incluyan en la sesión, a pesar de su resistencia a programar cortos. Se titula «Hotel Chevalier» y fue rodado en París, con el actor en compañía de Natalie Portman, que hace de la novia luego recordada. Es una pieza que se aparta bastante del cine de Wes Anderson, entre otras cosas por el famoso desnudo de la protagonista, del que la Portman se ha arrepentido en posteriores declaraciones.

La visión que Wes Anderson da de la India es totalmente imaginaria, como no podía ser de otra forma. Un aspecto que traduce bastante bien su visión un tanto cinéfila de ese exótico y gigantesco país es la banda sonora, en la que se mezcla la música de las películas nativas de Satyajit Ray con la que refleja el ambiente colonial de las de James Ivory, mas el añadido del toque british de los Kinks. El autor reconoce que la mayor influencia ha sido el clásico de Jean Renoir «El río», aunque su mirada extranjera se alimenta de otras fuentes que tienen que ver más con su personal obsesión por las metáforas visuales. El objeto al que simbólicamente da mayor importancia a lo largo de la narración es la maleta de viaje, aplicado a una completa colección diseñada por Marc Jacobs para Louis Vuitton. Constituyen una pesada e incómoda carga que representa lo que el trío arrastra de su pasado, de la sociedad occidental de la que proceden, y donde lo superfluo ha sido convertido en falso artículo de necesidad.

El tren Darjeeling Limited es el otro gran protagonista de la película, un vehículo surrealista cuyos vagones actúan al modo de las viñetas de un cómic, a la vez que Wes Anderson aplica su sentido pictórico del paisaje a la transición entre las secuencias, de una belleza arrebatadora. Ese tren de vía estrecha, con su interior donde los pasajeros se mueven dificultosamente entre apreturas, supone la conexión imposible entre la dinámica de la comedia y el dramatismo de un paisaje imponente, que se revelará a la postre transformador. Cada nueva parada, simplemente porque una vaca se interpone en el trayecto, apelará a la improvisación y al cambio de planes sobre la marcha, poniendo a prueba nuestra capacidad de sorpresa como espectadores acostumbrados a documentales en los que todo resulta mucho más asimilable.

El guión de «Viaje a Darjeeling» está escrito entre Wes Anderson, el actor Jason Schwartzman y Roman Coppola, hijísimo de Francis Ford Coppola. Queda claro que la idea del trío actúa como motor delante y detrás de la cámara en cuanto a expresión de la aventura compartida. La escritura fue un constante cambio de impresiones en movimiento, resultado de meses yendo de un lugar a otro. La hermandad de guionistas trabajó en distintas ciudades como Nueva York, Los Ángeles, París y Shimla, final del periplo dentro y fuera de la pantalla.

LA MADRE

El papel de la madre, Patricia Whitman, recae en Anjelica Huston. Es la tercera ocasión en la que la actriz, hija del gran John Huston, trabaja en una película de Wes Anderson, puesto que anteriormente participó en «Los tenenbaums: una familia de genios» y «Life aquatic».

ESCENARIOS

La película se rodó principalmente en la región de Rajastán, con el propio Darjeeling Limited recorriendo las vías que unen Jodhpur y Jaisalmer, en el desierto de Thar. El convento se creó en Udaipur, un ex coto real de caza que perteneció al Maharana de Mewar.

Estreno

T.O.: «The Darjeeling Limited».

Dirección: Wes Anderson.

Guión: Wes Anderson,

Jason Schwartzman y

Roman Coppola.

Fotografía: Robert Yeoman.

Intérpretes: Owen Wilson, Adrien Brody, Jason Schwartzman, Amara Karan, Anjelica Huston, Bill Murray.

País: EE.UU., 2007.

Género: Tragicomedia.

Duración: 91 minutos.

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