Shane Meadows es el cronista de los Midlands ingleses, de lo periférico, de lo que está fuera de Londres. Describe a las clases trabajadoras de ciudades como Nottingham, con movimientos sociales que tuvieron eclosión en los años ochenta, que es el periodo en que los skins se politizaron en su facción más conservadora, para mal. Todo aquello lo vivió este realizador independiente, que sólo trabaja con actores no profesionales y presupuestos ínfimos, desde dentro. Era entonces apenas un crío que intentaba imitar a los duros del barrio, acumulando una experiencia vital que ha marcado su posterior trayectoria cinematográfica. Le gusta decir que «This is England» es la precuela de sus anteriores realizaciones, aquí no estrenadas, porque es la más autobiográfica de todas, aquella en la que vuelca sus recuerdos de adolescencia en unos tiempos convulsos.

El alter ego de Shane Meadows se llama Thomas Turgoose, un chaval con problemas al que en el colegio siempre le dejaban fuera de las funciones teatrales por considerarlo un completo negado para la actuación. Sin embargo, el realizador apostó por él a ojos cerrados, en contra de la opinión de todos, y acertó de lleno. El año pasado se llevó el premio de Actor Revelación en los British Independent Film Awards, llamando la atención con su arrolladora y desafiante presencia. Ya ha sido fichado como protagonista de «Eden Lake», en la que hace de pequeño sicópata. Su físico se presta a ese tipo de papeles, por ser muy bajito y tener cara de mayor, aunque actualmente debe contar con unos catorce años. En las entrevistas se le ve ya suelto y con el pelo crecido, no así en «This is England», donde impresiona como precoz cabeza rapada.

«This is England» trata de describir el caldo de cultivo racista en la Inglaterra de principios de los ochenta, cuando Margaret Thatcher utilizó la Guerra de las Malvinas como cortina de humo para acallar el grave problema del paro, despertando de nuevo los sueños imperialistas dormidos. El movimiento «Oi!» fue captado por el National Front, aunque sus raíces musicales se remontaban a los sonidos jamaicanos de finales de los sesenta. Semejante contradicción no tardó en estallar de forma violenta, hasta el punto de que los tirantes, el corte al cero y las botas Doc Martens pasaron a ser identificados con las tendencias neonazis. Más allá de la estética militarizada, esta foto retrospectiva muestra a unos chicos y chicas que intentan sobrevivir en una realidad que no cuenta con ellos.