No hace falta abundar en la contrastada carrera de Steve Buscemi como actor, quien a su vez va consolidándose también en la dirección a fuerza de talento y oficio. Ha realizado de todo, empezando por cortos y spots publicitarios, además de capítulos de series televisivas de culto, como «Los Soprano». Va ya por su cuarto largometraje, lo que no está mal si se reconoce que los tres anteriores eran pequeñas piezas independientes de lo más sugerentes. «Trees Longue» era un autorretrato existencialista bañado en alcohol, superado en lo que a dirección interpretativa se refiere por «Animal Factory», una crónica carcelaria en sentido colectivo. La menos vista «Lonesome Jim» recibió premios de la crítica, acompañados de alusiones a sus ecos de Albert Camus. Son buenos datos previos que hacen de «Interview» una cita ineludible, más aún contando con su presencia estelar.

El proyecto «Triple Theo», en el que se inscribe este cuarto largometraje de Buscemi, partió del malogrado cineasta holandés Theo Van Gogh, sobrino nieto del pintor. Antes de morir víctima de un atentado islamista, ya tenía previsto realizar sendos remakes anglosajones de sus películas que consideraba más traducibles. Por eso sus colaboradores, los productores Gijs Van De Westelaken y Bruce Weiss, buscaron tres directores norteamericanos para completar la trilogía. Como en el cine de Van Gogh primaba el trabajo con los intérpretes, consideraron que sería preferible buscar actores que se hubieran pasado a la dirección con solvencia. Buscemi fue uno de los elegidos, junto a Stanley Tucci y Bob Balaban, quienes preparan respectivamente las versiones de «Blind Date» y «06/05».

«Interview» se centra en la entrevista que un reportero hace a una actriz. El periodista, especializado en conflictos bélicos, se siente degradado al tener que vérselas con una chica que es portada de publicaciones sensacionalistas. Pero el cara a cara revelará que no todo es lo que parece y que el particular duelo puede sacar facetas ocultas de ambos, cada cual más sorprendente. Sienna Miller da así con la oportunidad para hacer de sí misma, demostrando a la audiencia que es mucho más que una cara bonita explotada por la prensa amarilla. Los recursos teatrales siguen funcionando en manos de un Buscemi que sabe desdoblarse a ambos lados de la cámara con inteligencia y dominio de la puesta en escena.