La oposición al presidente de Kenia, Mwai Kibaki, que lidera Raila Odinga cambió inicialmente ayer su estrategia al anunciar que renunciaba a las manifestaciones para concentrarse en «medidas económicas contra el Gobierno» mediante el boicot a las empresas cercanas al jefe del Estado. Apenas 24 horas más tarde, convocó nuevas protestas para la próxima semana. Mientras, el goteo de muertos en enfrentamientos con la fuerzas de seguridad y entre distintas etnias se mantiene. En las últimas horas, han fallecido al menos trece personas.

Raila Odinga, líder del Movimiento Democrático Naranja (ODM), afirmó que «emplearemos todos los medios disponibles para derrocar al régimen de Kibaki», cuya reelección el 27 de diciembre, que también ha sido cuestionada por la comunidad internacional, conside- ra fraudulenta.

Tras las tres jornadas consecutivas de movilizaciones, duramente reprimidas por las fuerzas se seguridad, el país se mantenía ayer en una tensa calma. Las protestas se han saldado con al menos cuarenta víctimas mortales. la mayoría en la barriada pobre de Kibera, en Nairobi.

En la noche del viernes al sábado se produjeron ocho muertes -durante el día se habían registrado trece-, tres en los barrios de baba Dogo y Kibera, y cinco en Kisumu. Además, hombres armados mataron ayer a cinco partidarios de Kibaki refugiados en un campo cerca del monasterio de Kipkelion, en el valle del Rift.

La dura represión policial ha indignado a todos los sectores de la sociedad civil. Nueve países europeos exigieron a Nairobi el cese de «las ejecuciones de civiles» a manos de la Policía. La ONG Médicos Sin Fronteras calificó de «masacre» las matanzas registradas en Kibera.

Desde el comienzo de esta crisis política y social a finales de diciembre han muerto en Kenia alrededor de 700, un millar según la oposición.