Apocos días de las elecciones a Cortes, en Madrí andan revueltos por la cosa de los puestos, el camaleónico Gallardón ha pasado de señor a truhán en un abrir y cerrar de lista electoral. Ya no hay respeto. El, un chico de buena familia, hijo de un padre que tanto dio a España; católico practicante, educado en los jesuitas y en la Universidad San Pablo-CEU; defensor del caudillo frente a Tierno Galván. Pues nada oye, lo han mandado a tomar por donde amarga el pepino. Y es que Espe es mucha Espe. Condesa consorte de Murillo y Grande de España, su marido desciende por vía directa de Felipe el Hermoso, aquél rey de Castilla que murió después de jugar a pelota vasca (los vascos, siempre los vascos) y de Juana la «muy, muy, muy nerviosa».

En lugar de Gallardón han fichado a Manolo Pizarro, hijo de Manuel Pizarro Indart, procurador en las Cortes franquistas y nieto del general Manuel Pizarro Cenjor, a quien su amigo Franco mandó a Teruel para sofocar el movimiento guerrillero al igual que ya había hecho anteriormente en León y Granada. Para ello lo nombró gobernador civil, jefe provincial del Movimiento y jefe de la V Región de la Guardia Civil. Cumplió con creces.

Su nieto Manolo, la gran Esperanza del PP, ya apunta maneras. Caballero comendador de la pontificia Orden de San Gregorio Magno, de clase civil con gran medalla de plata, por Juan Pablo II, a propuesta de Rouco Varela. Dejó la presidencia de Endesa y se concedió 9 millones de euros como indemnización. Dice que la subida de salarios es mala porque produce inflación. Cobraba 3 millones al año.

Dice Esperanza Aguirre que él es el candidato de los trabajadores, de los que se dejan la piel en el trabajo. El asiente, afirmando que su apuesta política viene motivada por la situación en la que se encuentran las víctimas del terrorismo. Ya tienen quien les defienda. Como lo hizo su abuelo.

Otro que ha sido abuelo es Aznar. A la criatura (pobrico) le han puesto de nombre Pelayo. Creo que dan por perdida España y confían en una futura Reconquista.

La otra oferta es Bono, Rubalcaba, Chaves y Zapatero. Pobres españoles.

Lo decía el tío de Espe, Jaime Gil de Biedma, en un poema: «de todas las historias de la Historia la más triste sin duda es la de España, porque termina mal».