El popular caramelo con palito cumple cincuenta años
«Chupa chupa-chups, es redondo y no se acaba»
Un 48% de azúcar, un 38% de glucosa y un 14% de agua. Esta fórmula y una endiviable política de marketing y distribución han hecho posible que, medio siglo después de su invención, siga siendo el caramelo más saboreado del mundo. El Chupa-Chups.
Joseba VIVANCO
Salió a la venta al nada módico precio por entonces de una peseta, el genial Salvador Dalí garabateó su logotipo en una servilleta a cambio de una no tan módica cifra, consiguió que los japoneses dejaran de reprobar el gesto de chupar en público, fue el primer caramelo en viajar al espacio, ha vendido más de 40.000 millones de unidades a lo largo y ancho del planeta... Hablamos del Chupa-Chups, el primer caramelo con palito de la historia, que este 2008 festeja su cincuenta cumpleaños desde que un visionario empresario catalán, Enric Bernat (fallecido en 2003), comenzara a inundar el mercado estatal, primero, y mundial, después, con esta golosina que popularizó el «chupa, chupa, chupa Chups».
Perteneciente a una saga de confiteros, dedicados sobre todo a la elaboración de peladillas, Bernat adquiere en 1957 la empresa Granja Asturias SA, tras alumbrar la genial idea de dotar al molesto y pringoso caramelo tradicional de un sostén que evitara estos inconvenientes y posibilitara sacarlo de la boca cuantas veces se quisiera. «Como comerse un caramelo con un tenedor», fue una de las célebres frases de su inventor, y es que así fue la idea original. Al poco, sin embargo, se constató que un palito de madera era menos caro y más manejable, además de menos peligroso, hasta que finalmente la bola de caramelo acabó sujeta a un más higiénico palito de plástico.
El primer caramelo con palo que salió al mercado se llamó «Gol», por su semejanza a un balón de fútbol. Después, surgieron tres posibles nombres: Pals, Rols y Chups, que se combinaron hasta 1961, año en el que uno de los anuncios que publicitaban el producto tarareaba aquello de «¡Chupa un dulce caramelo, chupa, chupa, chupa Chups!». Una melodía que no hacía sino invitar al cliente, menudo por entonces, a solicitar un «Chupa-Chups», lo que llevó a Enric Bernat a bautizar su invento con ese nombre, tan dulce de pronunciar como de paladear.
Siete sabores distintos al precio de una peseta, muy caro para la época si tenemos en cuenta que el periódico estaba en 1,5 pesetas. Pero su impulsor quería imprimir con ello un sello de calidad al producto. Lejos de retraer a la paga infantil de aquellos años cincuenta, tanto la novedad del dulce como la campaña de marketing en que se sustentó -por ejemplo, los 250 coches Seiscientos que se lanzaron a la carretera en 1964 con la imagen de Chupa-Chups, para llegar a todos los vendedores de la península- catapultaron al caramelo.
A la factoría asturiana de Villamayor se le unió otra más en San Esteve de Sesrovires (Barcelona). Pero un único producto, por muy exitoso que fuera, no era garantía de éxito perpetuo, así que los Bernat compraron la empresa Regalín en 1966, para ampliar su gama de golosinas. La internacionalización era el siguiente paso. Con su padre y su mujer como socios, Enric constató que el mercado interno estaba ya copado y tocaba dar el salto allende los Pirineos.
Lo primero fue abrir una nueva fábrica en Baiona, la capital de Lapurdi, como plataforma hacia el mercado europeo. Lo siguiente, dotarse de un logotipo original y genial, y qué mejor que recurrir a un genio, Salvador Dalí. Se cuenta que en un restaurante, en una hora y sobre una servilleta, diseñó la actual imagen con forma de margarita de Chupa-Chups, eso sí, a cambio de una suma millonaria que nadie quiere desvelar.
En 1969, casi la totalidad de la facturación de la empresa residía en el mercado estatal, todo lo contrario de hoy. Apenas ocho años después, Bernat pone su particular `pica en Flandes'. Llega al difícil mercado japonés en 1977, al estadounidense en 1980, al alemán en 1982, conquista el convulsionado mercado ruso en 1989, el sueño chino se hace realidad en 1994 -después de nada menos que diez años de negociaciones-, dos años después llega a México y en 1998 aterriza en Brasil. El último rincón al que ha llegado ha sido Vietnam.
En cada país que el caramelo con palito endulza se creaba una filial comercial, aunque toda la producción seguía partiendo de las plantas de Asturias, Barcelona y Baiona. Cerrada esta última en 2003, hoy mantiene abiertas otras dos en Rusia y México, además de una en Zaragoza en la que se elaboran los productos «Smint», con su no menos exitoso eslogan televisivo del «sin Smint no hay beso».
A pesar de ampliar la cartera de mercados, a finales de los años 80, las ventas se ralentizan. No hay que olvidar que ya en la década anterior había expirado la patente industrial y surgieron serios competidores que imitaron la idea, como el igualmente popular y recordado «Kojak» de cola y con chicle en su interior, de la firma Fiesta. Por ejemplo, sólo en China le salían 300 copias al año, incluso con el mismo nombre.
Chups Chups SA se vio obligada a diversificar sus productos para mantenerse en el duro mercado de la golosina. Sus patentes de diferentes modelos de dulces se cuentan por millares; unas calan, como el también exitoso «pitogol» o caramelo-silbato, y otras no. Pero la gran apuesta y gran éxito comercial ha seguido siendo el caramelo con palito con su ya centenar de sabores, desde el más tradicional de fresa a otros más exóticos como los de kiwi, sandía, cereza, dátil o fresas con nata, según el mercado al que se dirija.
Tras unos envidiables crecimientos en la década de los 90, que inicia con unos beneficios de 30 millones de euros, en el año 2000 la ya tercera potencia en confitería de azúcar del planeta facturaba 450 millones de euros. Fue entonces cuando la familia Bernat deja la empresa en manos de una gestión externa para reordenar la firma y, sobre todo, sanearla. Una aventura en Brasil, un proyecto en China... el objetivo de los nuevos gestores era rebajar los elevados gastos. Lo consiguieron, pero al mismo tiempo la facturación cayó a la mitad. Fue entonces, en 2005, cuando Xabier Bernat, hijo del fundador, toma de nuevo las riendas de la firma para remontar el vuelo: «Es un negocio de segunda generación que nos gustaría transmitir a las máximas generaciones posibles. Si la familia ha vuelto es porque queremos cuidar el negocio al máximo. Pero en la vida no existe el nunca jamás». Abrió la puerta.
El año 2006 arrancó con inmejorables perspectivas para el caramelo con palito. La entrada en vigor en el Estado español de la Ley antitabaco disparó las ventas del producto un 50% en las dos primeras semanas del mes de enero.
Su apuesta como alternativa al tabaco llevó incluso a la empresa a una impactante campaña publicataria en Australia, donde difunde el eslogan «fúmate un Chupa-Chups», bajo la imagen de un cowboy al más puro estilo Marlboro, saboreando no un cigarrillo sino uno de sus caramelos con palito. Mucho más cerca, entre nosotros, sin duda fue otra imagen más real, la de quien fuera estrella de fútbol, Johan Cruyff, la que desde su banquillo del FC Barcelona en la época del dream team y tras sufrir un infarto de miocardio, vendió como nadie esta golosina entre las golosinas. «Fue algo espontáneo, por lo que nunca cobró nada», co- mentaron los responsables confiteros.
Aquella imagen de un adulto saboreando un dulce hasta entonces casi reservado al público infantil, empujó a muchos no tan jóvenes al «chupa, chupa, chupa Chups». Y como Cruyff, muchos otros rostros conocidos como Madonna, las Space Girls, Ronaldo o Harrison Ford han ayudao en la misma dirección.
Pero la sorpresa llega en julio de ese mismo año. La marca catalana más dulce y más conocida en el mundo entero pasa a manos de la multinacional italiana Perfetti-Van Melle, que hoy domina 18 marcas, entre ellas Happydent, Golia o Mentos. La culpa de que este apetitoso dulce con 50 años de historia cambiara de manos la tuvieron 400 millones de euros. Lo último que sabemos es que el ejercicio de 2006 lo cerró en números rojos, con unas pérdidas de 30 millones de euros -cosas de las adquisiciones, dice la nueva dirección italiana-, y no se espera volver a los dígitos positivos hasta dentro de tres años. Chupa-Chups forma ya parte del mayor fabricante mundial de confitería de azúcar, con lo que es de esperar que los cuatro millones de unidades que se producen al día sigan endulzando la leyenda del primer caramelo con palito, «redondo y que dura».
1958
Enric Bernat compra un año antes la fábrica Granja Asturias y saca al siguiente al mercado el primer caramelo redondo, primero con tenedor y luego con palito.
1969
El genial Salvador Dalí diseña el logotipo de la margarita que catapultará a la marca a nivel internacional. Lo que pagó la empresa por aquel dibujo es una incógnita. 1977
La primera salida a un mercado no europeo es a Japón. Tres años después se lanza a la aventura del poderoso mercado estadounidense con Melody Pops.
1995
Tras abrir sucursal en Rusia, el cosmonauta Guenadi Strekalov, a bordo de la estación espacial MIR, aparece en televisión con un Chupa-Chups en la boca.
1997
Se calcula que Chupa-Chups vende ese año su unidad número 40.000 millones desde su nacimiento, gracias a su presencia en un centenar largo de países.
2006
Tras 50 años, la familia Bernat vende la marca a la principal firma del mundo en confitería de azúcar, la italiana Perfetti Van Melle, por 400 millones de euros.