TENIS Abierto de Australia
Sharapova gana e Ivanovic continúa aprendiendo
La primera rusa en el palmarés aussi se apunta su tercer grande tras imponerse a la serbia por 7-5 y 6-3
GARA | MELBOURNE
La mayor determinación de la rusa Maria Sharapova le llevó a lograr el triunfo en la final del Abierto de Australia, tras vencer por 7-5 y 6-3 en 61 minutos a la serbia Ana Ivanovic.
En un partido que no hará historia, con 33 errores no forzados de Ivanovic, y 15 de la ganadora, Maria se hizo con su tercer título del Grand Slam, después de los de Wimbledon en 2004 y Abierto de Estados Unidos en 2006, pero sirvió para que Sharapova se convirtiera en la primera rusa en ganar este torneo.
En el Día de Australia, con banderas en todos los asientos pero la pista inundada por símbolos serbios y rusos, Maria cayó de rodillas tras ganar el último punto de un encuentro que salvó el dramatismo que hubiera supuesto para ella perder de nuevo en la final, careció de intensidad y no respondió a la expectación que dos jugadoras de ese calibre habían despertado.
Sharapova fue humillada en la final del 2007 por Serena Williams ante la que sólo pudo ganar tres juegos. Ayer se sacudió aquel amargo recuerdo y aludió a lo difícil que fue la temporada pasada en la que su hombro derecho apenas le permitió jugar con soltura y en la que únicamente ganó un título.
Ivanovic tendrá que seguir con su proceso de aprendizaje y reunir sus ideas de nuevo para lograr un Grand Slam, después de perder el segundo de su carrera, tras su debut en Roland Garros el pasado año ante la valona Justine Henin.
A diferencia de ella, Sharapova sabe cómo resolver situaciones comprometidas, aun cuando ayer su saque le abandonó en ciertos momentos, pero su habilidad residió en no dejarse llevar por los acontecimientos y continuar luchando, mientras que Ana no presionó lo suficiente cuando tuvo el control.
Sharapova dedicó el título a la ex número uno del mundo, la estadounidense Billie Jean King, de quien había recibido un mensaje en su móvil por la mañana que decía: «Los campeones aprovechan sus oportunidades, la presión es un privilegio».
«Lo hice mío», dijo Maria, que en cierta manera siguió a rajatabla ese consejo. Luego, en un larguísimo discurso, envió sus mejores deseos a su madre Yelena en el día de su cumpleaños, y dijo: «Con este pedazo de cheque te voy a enviar un ramo de rosas». Tampoco olvidó a la madre de su entrenador, fallecida de cáncer. Su servicio comenzó inabordable y hasta el octavo juego del primer set no concedió ni un solo punto con él. Ana logró romperlo en un juego desgraciado para la rusa en el que cometió tres dobles faltas, las dos últimas seguidas, y luego la serbia sirvió para ganar este parcial con 5-4, pero ahí le faltó garra para materializarlo.
En el segundo Ivanovic estuvo casi siempre en peligro, con altos y bajos. La serbia miraba a su banquillo buscando consejo de su entrenador Sven Groeneveld pero no encontraba soluciones para mantener una solidez necesaria ante la mayor experiencia de Maria, que poco a poco tocaba con los dedos la copa Daphne Akhurst que premia a la campeona.
Con este triunfo, se mantiene quinta de la clasificación mundial, mientras Ivanovic asciende a la segunda plaza.
«Cruzo los dedos porque esta es la primera vez después de un Grand Slam que no me siento enferma ni lesionada. En los últimos años, cuando entraba en las últimas rondas de un grande, mi sistema inmunitario bajaba y algo salía de no se sabe dónde»
«Me sentía cómoda ahí fuera y no estuve nerviosa, aunque estoy algo defraudada porque tuve muchas oportunidades en el primer set y no las aproveché. Soy joven, es una gran experiencia para mi y puedo aprender de ella»
El reto está servido, con dos jóvenes, el francés Jo-Wilfried Tsonga, 38 del mundo, y el serbio Novak Djokovic, número 3, luchando en su primera final del Abierto de Australia, a la búsqueda de su primer grande, con todo por ganar y en lo que se prevé el despertar de un nuevo orden en el tenis. Tsonga, el jugador maltratado por las lesiones, que a comienzos de 2006 figuraba en el puesto 338 del mundo, es culpable en parte de este desorden organizado. Sus victorias en estas dos semanas sobre cuatro grandes favoritos, incluido Rafa Nadal, han puesto patas arriba el primer grande de la temporada. Para Djokovic su presencia en la final es algo previsible. El de Belgrado ha ido subiendo su nivel y reforzando su estatus a base de récords. Es el más joven en la historia en alcanzar las cuatro semifinales grandes, ya ha luchado en el anterior Slam por el título (Abierto de Estados Unidos). Su victoria sobre Federer en las semifinales le ha colocado ya dispuesto a encarar este 2008 tal y como auguró a mediados de la temporada pasada, cuando dijo que su objetivo era el número dos de Nadal.
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