Fuentes policiales informaron ayer de la muerte de al menos 40 personas en varios enfrentamientos tribales y con la Policía en las ciudades de Naivasha y Nakuru, al oeste de Kenia, dentro de la ola de violencia sin precedentes desatada tras el anuncio del triunfo de Kibaki en las elecciones presidenciales, cuestionado por la oposición y observadores internacionales.

Estas protestas han provocado la muerte de más de 800 personas y el desaplazamiento de otras 250.000.

El último ataque se produjo en la localidad de Naivasha, donde catorce personas fueron quemadas vivas, después de que los atacantes, según los medios locales, de etnia kikuyu -mayoritaria en el país y a la que pertenece el presidente Mwai Kibaki- prendieran fuego a sus viviendas.

Otras 26 personas habían muerto anteriormente en choques registrados en esta misma localidad y en Nakuru.

La mayoría de las víctimas presentaban cortes de machete, especialmente en la cabeza. Las fuerzas de seguridad confirmaron que muchos de los muertos fueron encontrados por la mañana.

Los habitantes del Valle del Rift denunciaron que la policía no interviene lo necesario. En Nakuru seguía en vigor el toque de queda decretado el viernes por el Ejército. Nadie podía circular por las calles entre las 18.00 hora local (15.00 GMT) y las 7.00 (4.00 GMT).

Annan habló con Odinga

En este contexto, el ex secretario general de Naciones Unidas Kofi Annan, mediador elegido por la oposición y aceptado por el Gobierno para buscar una solución al conflicto, se entrevistó ayer con Raila Odinga, jefe de filas de la oposición. Ninguno quiso hacer declaraciones a los medios.

Tras la visita que realizó el sábado a esta zona, Annan alertó de la «dramática y desastrosa» situación en el Valle del Rift y emplazó con urgencia a la clase política a llegar a un acuerdo.