Más de treinta personas murieron al norte de Bagdad en un atentado kamikaze ocurrido cerca de un puesto de control en la localidad de Yathreb, cercana a Balad, en la provincia de Salaheddin. Según el coronel Issa Ayan, el ataque se produjo a las 16.30 (hora local) cuando el mercado estaba «repleto».

El control estaba gestionado por suníes de las denominadas milicias de los Ciudadanos Locales Preocupados (CLC por sus siglas en inglés), dependientes del Ejército ocupante.

La explosión, que sembró el caos en la zona, afectó severamente a buen número de edificios y vehículos. Cerca de 45 personas tuvieron que ser hospitalizadas en Balad, mientras que otros heridos fueron trasladados a centros sanitarios ubicados en bases de EEUU.

«Vi sangre, ropas, zapatos de niños y otros objetos personales esparcidos por el suelo», relató uno de los voluntarios de estas milicias, Mustafa Kamal.

La de Salaheddin es una de las provincias en las que el 8 de enero, tropas estadounidenses e iraquíes iniciaron la operación Phantom Phoenix. El 25 de enero, el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, prometió una «batalla decisiva» contra al Qaeda en Ninive, después de varios atentados en Mosul, capital de esta provincia del norte.

A 70 kilómetros al sur de Kirkuk, al menos cinco milicianos del llamado Consejo de Salvación, que colabora con la Policía iraquí, resultaron heridos en la explosión de un coche bomba al paso de su patrulla.

Estos nuevos atentados coincidieron con la visita sorpresa del secretario de Defensa, Robert Gates, que tenía previsto reunirse con el jefe de las tropas en Irak, el general David Petraeus, así como con el presidente Jalal Talabani, Nuri al Maliki, y los principales militares.

En abril, Petraeus deberá presentar al Congreso estadounidense un informe sobre la posible retirada de 30.000 tropas antes del próximo julio.

«Deseo oír la valoración del general Petraeus, saber en qué fase está el informe y lo que le queda por hacer antes de presentar sus recomendaciones», declaró Gates antes de subirse al avión que lo llevó a Irak desde Múnich, donde participó en la Conferencia de Seguridad. Su visita, la primera desde diciembre de 2007, se produce en un momento crítico para las tropas de Estados Unidos. En lo que va de año, se han multiplicado los ataques y enfrentamientos, especialmente, en Diyala, Tamim, Salahadín y Nínive.

Según un balance realizado por la agencia AFP a partir de los datos que aparecen en la web www.icasualties.org, 3.957 militares estadounidenses han perdido la vida desde el inicio de la invasión en 2003.

Aunque se hable de una hipotética retirada, el propio presidente George W. Bush reconoció ayer en una entrevista a la cadena Fox que busca una presencia militar en Irak durante varios años, aunque, según dijo, no instalarán bases permanentes.