Hala, ponte tú ahora a perpetrar 2000 caracteres con un cuerpo que ni pa qué. Ni «el ídolo local» MVP, ni como hace cuatro años, ni nada de nada... por no profundizar más en lo de mis dotes adivinatorias -aunque de verdad de la buena sólo he equivocado el campeón-. Lo dejaremos ahí.

Si en semis sonó el «Maite zaitut» -en singular, no vaya a ser...-, a Pirritx y Porrotx les siguió ayer un alarde de txistu y tamboril. He preguntado, y todo el mundo jura que a ellos tampoco les pareció una versión autóctona del «A message to you, Rudy» de los Specials. Porque tras el descanso, Rodolfo despertó. Bueno, ayudó lo suyo la concatenación antideportiva-resbalón-falta-en-ataque-técnica del excéntrico trío Muoneke-McDonald-Mickael. Hasta entonces, el mensaje se lo había estaba dando Pete a la oreja, que además sumaba valoración por todas partes. Justo al revés que en el partido de Liga, también en Zurbano. Entonces, el hermano de Marta Fernández había disparado al Joventut hinchándose a meterlas de todos los colores -aunque lo que casi jode tanto como la canasta es cómo la celebra-, hasta que Pete lo paró en seco. Ayer se lo recordaba constantemente y Rudy, precipitado, se desquiciaba. Sin embargo, unos intempestivos aplausos seguidos de un OK a destiempo supusieron la tercera falta del americano. Mickael al banco y el principio del fin. Partido nuevo, que se dice. Sí, pero uno viene y el otro está. Y yo prefiero venir, como en el partido de liga de marras.

La decisión de Aíto de insistir en una zona 3-2 que terminó por enmarañar el ataque baskonista y la aparición de algún espontáneo -me refiero a Popovic, sin ir más lejos-, dio la iniciativa a una Penya que supo encontrar antes la salida del túnel de las malas decisiones en que se convirtió el final de la final. A Teletovic le sonó el despertador, tarde, pero le sonó y a sus triples se agarró el baskonismo. Pero Rudy no estaba dispuesto a permitir que le pasara lo de hace cuatro años. Podía haber sido peor. Contra el Madrí y Felipón de MVP, ¿no?