Permanezco atento a todas mis pantallas. No quiero perderme ni un segundo de este acto extraño al que nos han convocado. Miro a Kosovo y me aparecen chiribitas por todas las esquinas de mi campo visual. Pristina me suena a melodía encadenada. Cuanto más miro y más me fijo, más alucino. ¿Una independencia apoyada por Bush, Sarkozy y la Merkel? ¡Anda ya! Ahí, en medio del corazón del bosque de las identidades de los Balcanes, una independencia apoyada desde el exterior no es otra cosa que un simulacro, que una manera de desencadenar todos los conflictos.

Pero nos han convocado a que veamos la independencia en directo, las televisiones se han ocupado de que sepamos con detalles cuándo, cómo y con qué apoyos se declarará solemnemente la independencia de un país llamado Kosovo cuyos habitantes son albano-kosovares y que pertenecían hasta ahora a Serbia. Las imágenes que nos van suministrando lo dejan todo bastante claro: hay una alegría contagiosa, los que veo en mis pantallas se abrazan con igual amor a la bandera de las barras y estrellas que a la roja con un aguilucho central, hay un personaje que no figuraba en mis repartos noticiosos, pero que hasta hace poco era un «guerrillero independentista'' que asegura que van a practicar la libertad multicultural y que los serbios que quieran vivir en este nuevo país lo podrán hacer con todas las garantías.

Si esto me deja estupefacto, sin aire para regenerar los vagos pensamientos, para asimilar el cinismo institucional y de clara tendencia ideológica, escuchar a la portavoz del Gobierno vasco o al presidente del PNV me provoca una risa que acaba siempre en llanto. Me dan ganas de llorar de ver lo delirantes que son estos personajes, de su capacidad para mentir, mentirse, camuflarse, hacer el ridículo. El mensaje es tan obvio que corta el aliento. Si te apoyan los poderosos simplemente tienes que decir en voz alta que eres independiente, e inmediatamente tienes todos los beneplácitos, embajadas, lugares en las instancias internacionales y demás ayudas y subvenciones. Lo pintan todo tan sencillo que dan ganas de mentar a su madre. Yo sigo atento a las pantallas.