Lo que curiosamente se le escapa a la Conferencia Este en la competición oficial lo recupera en la fiesta de las estrellas que la NBA celebra cada año para reclamar el baloncesto espectáculo y el entretenimiento.

Poco importa en este tipo de fiestas que la liga quede desvirtuada por la falta de competitividad y el exceso de exhibicionismo que acusan los participantes. Para la Conferencia Este, éste es el fin de semana de los sinvergüenzas, los descarados y de los que venden camisetas. Es el fin de semana del otro jugador de baloncesto, del que se le resisten los títulos, pero no los contratos.

Fueron los jugadores del Este, capitaneados por un excepcional LeBron James, los que salieron vencedores y felices del thriller psicológico vivido en los últimos minutos del partido de las estrellas de la madrugada del lunes. Sus mates, sus pases y su participación en general, fue superior a la de los jugadores del Oeste para llevarse la victoria por 134-128, devolviéndoles así la humillante derrota sufrida el año pasado.

Ray Allen, que llegó como recambio de Jason Kidd tras el traspaso de éste a Dallas, fue uno de los jugadores más importantes del combinado del Este tras anotar 28 puntos con una mágica serie de tres de tres en triples durante los últimos tres minutos. Pero fue LeBron James el jugador más destacado y quien se llevó el MVP del partido gracias a sus 27 puntos, incluido un inverosímil mate a escasos segundos para el final que sirvió para que su combinado encauzara el partido.

«El año pasado nos dieron una buena paliza. No queríamos que ocurriese lo mismo otra vez», explicaba LeBron James tras recoger el galardón al jugador más valioso del partido de las estrellas, que ya consiguió en 2006. Además de sus 27 tantos, James repartió nueve asistencias y, como guinda para su particular pastel, capturó ocho rebotes.

Amare Stoudemire, Brandon Roy y Carmelo Anthony anotaron 18 puntos cada uno para la Conferencia Oeste y ayudaron notablemente a reducir la distancia de 13 tantos que poseía el Este al principio del último cuarto. Gracias a la excelente dirección del base local Chris Paul, que dio siete asistencias en los últimos doce minutos, Roy anotó un tiro de media distancia que puso al Oeste a tres puntos del Este: 122-119.

Fue Allen el encargado de tensar el ambiente de la cancha de los Hornets de Nueva Orleans con un certero lanzamiento de tres a falta de 48 segundos, poniendo al Este seis puntos por encima.

La locura volvió a apoderarse del respetable con otro triple, esta vez de Chris Paul, que de nuevo devolvió el suspense a un tramo final que se pareció bastante a una superproducción de Hollywood.

De nuevo fue Allen el elegido, o se eligió el mismo, para tirar a canasta en busca de la victoria. Falló, pero allí estaba LeBron para lograr un rebote ofensivo de vida o muerte, además de la jugada más espectacular de la noche: LeBron the choosen one -el elegido- James remontó la línea de fondo y consiguió anotar con un mate imposible entre una nube de defensores.

«Lo marcábamos dos, pero no fue suficiente», destacaba un Chris Paul incrédulo.

Pero aún quedaba tiempo para más emoción. El propio Paul fue castigado con una falta ofensiva producida por el desmedido ímpetu. Cuando Allen y Dwyane Wade parecían haber sentenciado el partido, Brandon Roy anotó un nuevo triple a falta de ocho segundos para el final dejando el marcador en 131-128. A Ray Allen no le tembló el pulso y certificó la victoria del Este desde los tiros libres.