En la segunda mitad de la década de los ochenta, un holandés procedente de Surinam llamado Ruud Gullit asombró al planeta futbolístico con su increíble potencia. Su físico, llegada a gol y el perfecto sistema de «fútbol total» puesto en marcha por Arrigo Sacchi dieron un giro a la forma de entender el balompié.

Durante los noventa, la proliferación de jugadores de origen africano dotó a muchos conjuntos de un importante poderío físico en su centro del campo. El caso más paradigmático quizá sea el de Patrick Vieira, un medio de 1,93 de altura, capaz de cabalgar con la pelota y abarcar mucho campo dotando de un equilibrio extraordinario a la medular. El continente negro deparó más jugadores de este tipo, como el nigeriano Oliseh.

Todos recalaron en Europa y otros, hijos de inmigrantes, siguieron su proceso de formación en sus respectivos países. Eso sí, vieron cómo entre los jugadores «nativos» también aparecieron prototipos extraordinarios como el de Pavel Nedved. El checo, ganador del «Balón de Oro», ha sido uno de los mejores futbolistas del último decenio. Un centrocampista capaz de hacer absolutamente de todo y no desentonar en nada.

Su actual equipo es la Juventus de Turín, una escuadra que ha encontrado en este tipo de jugadores un auténtico maná con el que sobresalir en un fútbol tan aguerrido como el italiano. Así, además de Nedved, Vieira u Oliseh, los bianconeros han apostado por otros proyectos no tan sólidos como el ghanés Appiah, y ahora han vuelto a invertir en otro del mismo estilo: Sissoko.

En definitiva, hablamos de un modelo de jugador acorde a las exigencias físicas del fútbol del siglo XXI, donde el detalle y la potencia superan a la capacidad imaginativa, pero donde quien conjuga todos los elementos tiene mucho ganado.

Así, como no podía ser de otra manera, ese prototipo también ha llegado a Euskal Herria encarnado en Javi Martínez. El de Aiegi, que fuera la gran apuesta de Lamikiz, lleva un inicio de año espectacular. Sus actuaciones ante Sevilla, Barcelona y Levante así lo atestiguan, pero su cabalgada de 70 metros en el Calderón no tiene parangón.

El navarro recordó a cualquiera de los grandes jugadores anteriormente citados y se sitúa como uno de los pilares más firmes sobre los que se puede asentar un sólido Athletic en un futuro inmediato.