Maite SOROA
«Euskal Herria is diferent»
Ya sabía servidora que lo de Kosovo les iba a traer de cabeza a unos cuantos. Ayer, en «El Semanal Digital», José Virgilio Menéndez titulaba su columna de forma llamativa: «¿Kosovo Herria?». No se la pierdan.
Constataba el escribiente que «un nuevo Estado ha nacido», con ello, «una vez más los nacionalistas vascos, sobre todo, tienen un espejo donde mirarse. `¡Qué subidón: otro país «libre»! `Hay que apretar el acelerador, es nuestro momento', piensan los más reaccionarios. Los aires modernos que llegan de Europa, según ellos, favorecen momentáneamente sus tesis más carcas y desfasadas». O sea, la independencia de los demás es carca y desfasada y los fastos del 2 de Mayo, una pasada de modernidad. ¡Anda ya!
Y lo que asegura el bueno de Virgilio -sin aportar prueba alguna, claro- es que «como ya hay un nuevo territorio/País con el que compararse y donde mirarse, ya ha comenzado la desesperada búsqueda de similitudes entre el País Vasco y el nuevo Estado (...) y ya ha vuelto a surgir sin pausa la manipulación de la Historia. Se intenta, como sea, hallar paralelismos entre ese nuevo País-Estado y el viejo País Vasco». A partir de ahora empiezan los disparates.
Y es que, asegura Virgilio, «los nacionalistas vascos hacen trampas en sus argumentos. Interesadamente olvidan la más importante diferencia que hay entre los diversos procesos secesionistas que se han dado o que se dan en el mundo: la historia y el origen de cada país es muy diferente». ¡Pues claro que todos los procesos son diferentes!
Y se empeña el tío en su argumento: «No pueden ser, ni nunca serán lo mismo, los países que se formaron a consecuencia de guerras o invasiones como las soviéticas, los que se formaron respondiendo a sueños expansionistas imperiales tipo la gran Yugoeslavia, los que fueron resultado de la colonización por las potencias europeas en siglos pasados, o los que se mantienen unidos por la fuerza y la falta de libertades; que los países como España que basan su fundamento en una historia común milenaria y un deseo de vivir juntos en paz y libertad». Esto último me ha enternecido. Y ¿por que no nos preguntan si tenemos ese deseo «de vivir juntos»? Será que no lo tienen tan claro. Ni siquiera el bueno de Virgilio.