El hombre que creyó liberar Afganistán
«La guerra de Charlie Wilson»
Tom Hanks sigue engrosando su galería de personajes satíricos con la caricatura del congresista que impulsó un plan para expulsar al ejército soviético de Afganistán, aunque quien ha salido finalmente nominado al Óscar de Mejor Actor de Reparto es Philip Seymour Hoffman, por el agente de la CIA que ideó la estrategia a seguir. Lejos de ser presentados como héroes, ambos responden al perfil de unos vividores a los que la historia ha reservado un sitio incómodo.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
De todas las películas en torno a la política exterior norteamericana en relación a Afganistán o Irak, «La guerra de Charlie Wilson» es la única que no ha perdido dinero, tal vez por tratarse de una comedia no tan crítica como el resto de producciones sobre el conflicto. La veteranía es un grado y Mike Nichols sabía lo que debía hacer y lo que no debía, con tal de tener contentos a sus compatriotas. El libro de George Crile en que se basa la película era demasiado denso para dar lugar a una producción comercial de Hollywood, así que el viejo Nichols sacó la tijera y la afiló al máximo, hasta tener listo un montaje perfecto que apenas sobrepasaba la hora y media de rigor. El gran acierto fue contar con el guionista Aaron Sorkin para exprimir al máximo el original, en una adaptación cien por cien cinematográfica. El autor de la aclamada serie de televisión «El ala oeste de la Casa Blanca» es un consumado experto en la sátira presidencialista, que conoce muy bien los entresijos del poder en los Estados Unidos, por lo que no le costó mucho perfilar la caricatura de los personajes implicados en el rocambolesco caso Wilson.
La conclusión a la que llega «La guerra de Charlie Wilson», acerca de las decisiones políticas tomadas a cabo en los decisivos años 80, es la de que «aquellos barros trajeron estos lodos». La figura central del congresista demócrata interpretado por Tom Hanks es redimida históricamente, muy in extremis, mediante un discurso profético que conecta con la actual coyuntura en la zona. El hombre quiso advertir de que de poco o nada iba a servir echar a los soviéticos de allí, si a continuación no se ponían en marcha planes de reconstrucción del país. Con, o sin exámen de conciencia, lo cierto es que aquel impulsivo político tejano cambió el curso de la historia para mal, a la vista de las consecuencias. Este liberal profundamente anticomunista, amante de los excesos y la vida desenfrenada, fue a conectar con una millonaria paisana suya de idénticas convicciones, que financió su proyecto para armar a los mujaidines. El papel corre a cargo de Julia Roberts, una actriz a la que la inactividad no ha ayudado a disimular, más bien al contrario, las carencias interpretativas que siempre tuvo y la han convertido en una estrella insegura.
El tercer personaje clave en la trama fue un agente de la CIA, compañero de juergas de Wilson, quien ideó la estrategia internacional para que los EE.UU. no fueran acusados de intervenir, a base de buscar la colaboración de terceros países como Pakistán, Israel, Egipto y Arabia Saudí. Philip Seymour Hoffman luce su bis camaleónica en esta caracterización, siendo el único del reparto que consigue la nominación al Óscar.
Título original: «Charlie Wilson's War».
Dirección: Mike Nichols.
Guión: Aaron Sorkin, sobre una novela de George Crile.
Producción: Tom Hanks y Gary Goetzman.
Fotografía: Stephen Goldblatt.
Música: James Newton Howard.
Intérpretes: Tom Hanks, Julia Roberts, Philip Seymour Hoffman, Amy Adams, Ned Beatty, Emily Blunt.
País: EE.UU., 2007.
Duración: 97 minutos.
Género: Sátira política