«Deterioro democrático sin precedentes»
Iñaki IRIONDO
Iñigo Urkullu ha remitido este mes una primera carta de presentación a los afiliados del PNV que el senador Iñaki Anasagasti ha hecho pública en su página web. El presidente del EBB les dice que le hubiera gustado limitarse a un escrito de cortesía tras la reciente llegada al cargo y a enviarles un saludo, pero que «el período que nos toca, y que nos tocará vivir en los próximos meses, requiere una llamada en demanda de todo nuestro esfuerzo y compromiso». Asegura Urkullu que «estamos inmersos en un proceso de deterioro democrático sin precedentes en los últimos 30 años: con tres representantes políticos vascos, incluido un ex presidente de nuestro Parlamento, condenados por defender la autonomía de nuestras Instituciones. Y con nuestro Lehendakari pendiente de juicio». A su entender, todo ello se produce «dentro de una estrategia premeditada y medida contra la que los poderes del Estado no quieren o no pueden hacer nada».
Llamativo es que tras el cierre de «Egin», la ilegalización de Batasuna, la clausura de «Euskaldunon Egunkaria», las denuncias de torturas, la prohibición reiterada de candidaturas de la izquierda abertzale y el paso de decenas de vascos por la Audiencia Nacional para ser condenados por sus ideas; es decir, con todo lo ocurrido en estos 30 años, el PNV no haya advertido el «deterioro democrático sin precedentes» hasta que los tribunales españoles han empezado a inhabilitar o a amenazar con ello a sus cargos institucionales. Pero más sorprendente aún puede resultar para muchos observar cuál es la respuesta que el PNV plantea a esta difícil situación: «En estas circunstancias -afirma Urkullu- afrontamos las Elecciones Generales del próximo 9 de marzo como las más transcendentales de nuestra reciente historia. Unas elecciones que, no siendo un plebiscito como algunos quieren plantear, sí han de servir para convertir a EAJ-PNV en el referente político en las Cortes Generales que defienda y desarrolle nuestro autogobierno».
Al margen de otras apreciaciones obvias, caben aquí al menos un par de consideraciones. La primera, que Urkullu no habla ni de consulta ni de derecho a decidir, sino de ir a las Cortes a desarrollar el autogobierno, que es algo que suena más a reivindicación de transferencias que de soberanía. Y la segunda, que la intención confesada del PNV es la de tratar de buscar un pacto en Madrid con quienes -tanto PSOE como PP- son precisamente los causantes de este «deterioro democrático sin precedentes».