GARA > Idatzia > Editoriala

Nueva invasión de Irak, con permiso de Estados Unidos y de la Unión Europea

La Unión Europea reaccionó a la invasión iniciada el viernes por (supuestamente) 10.000 soldados turcos (¿por qué fiarnos de una cifra facilitada por el propio ejército ocupante?) pidiendo contención a Ankara. Un portavoz de la Comisión Europea pidió a Turquía que «evite una acción militar desproporcionada» y Javier Solana, aún Alto Representante de la todavía inexistente política exterior comunitaria, dijo «comprender las preocupaciones de los turcos», para añadir que la invasión «no es la mejor respuesta al terrorismo kurdo». Vamos, que invadan y maten, pero sin pasarse y, a ser posible, sin mucha publicidad. El papel que tanto la Comisión como Solana han jugado en esta nueva crisis ha sido, una vez más, lamentable. En el Consejo de Ministros de la Unión, como siempre, cada estado actúa según sus propios intereses.

Parece obvio que el objetivo del Ejército turco no es combatir la resistencia kurda, sino impedir que los kurdos puedan estabilizar una situación de soberanía de facto, aunque sea sólo en una parte de su territorio nacional, en este caso en el norte de Irak. Mucha gente está aprendiendo de Kosovo, aunque parece claro que cada cual extrae las enseñanzas que le interesan y actúa en consecuencia, a veces, como en esta ocasión, con total impunidad, sin importarle las consecuencias para la población kurda ni para la estabilidad de Irak.

Pero, ¿qué gana con esta invasión Estados Unidos? A Washington le interesa mantener la estabilidad en esta parte de Irak, visto que en ninguna otra zona del país está garantizada pero, al mismo tiempo, está suministrando a Ankara información vital sobre las posiciones y campamentos kurdos en Irak. Así ha ocurrido en estos últimos meses, puesto que esta invasión turca no es la primera. De hecho, Ankara cuenta con el permiso de facto de EEUU (y del Gobierno títere de turno en Bagdad) para entrar en territorio iraquí siempre que quiera.

Lo más probable es que el Pentágono haya dado su visto bueno a una invasión rápida, de forma que Ankara, sin poner (aparentemente) en riesgo la estabilidad del norte iraquí, pueda cumplir su objetivo de reiterar de forma contundente su advertencia y rechazo ante toda veleidad independentista kurda que pudiera extenderse (como un «peligroso» ejemplo) al territorio kurdo bajo su control. Y, de paso, enviar un nuevo aviso, más político que militar, al Ejecutivo de Erdogan. De hecho, el impacto de la operación militar terrestre turca en esta zona montañosa y en pleno invierno será sin duda muy limitado. Más relevante es el bombardeo previo llevado a cabo por el Ejército turco contra las montañas de Kandil, en la región fronteriza con Irán.

Kosovo

La incapacidad (y desunión) comunitaria ha tenido otro buen ejemplo con la declaración de independencia de Kosovo, al que algunos medios españoles se niegan todavía a calificar como «país» en sus crónicas. En este caso, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha demostrado una vez más que capitanea un estado «pequeño», incapaz de reconocer en campaña algo que Madrid (gobierne quien gobierne tras el 9 de marzo) tendrá que reconocer tras las elecciones, puesto que una cosa es que la Unión Europea no tenga política exterior y otra muy distinta salirse del carril marcado por los «grandes», que ya han reconocido a Kosovo y junto con los cuales participa ya en la misión de la UE en aquél país.

El conflicto de los Balcanes se cerró, en buena medida, en falso, y ello obliga, una vez más, a desviar la mirada hacia Bosnia-Herzegovina, donde la tensión podría subir de forma notable en los próximos meses. No tanto hacia Serbia, aunque la reacción inicial en Belgrado y en algunos puntos de la frontera kosovar, previsible por otra parte, haya saltado a las primeras páginas con contundencia y grandes caracteres.

Sea como fuere, Kosovo se ha convertido en el séptimo estado en surgir de lo que un día fue Yugoslavia, y ya comienza a marcar su propio paso. Por ejemplo, Kosovo participará como tal en el campeonato del mundo de tenis de mesa, que tendrá lugar en China del 24 de febrero al 2 de marzo. La enseñanza para muchos es que sus federaciones deportivas eran ya reconocidas internacionalmente desde hacía varios años.

Kosovo, por otra parte, es de nuevo escenario de un asalto de tanteo entre Rusia y Estados Unidos que ha tocado también a algunos estados de la Unión Europea, especialmente al español, a quien no ha gustado nada ver que el conflicto vasco -utilizado por Vladimir Putin para arremeter contra Madrid y otras capitales europeas- sigue en la agenda internacional.

Ahora, a la Unión Europea le puede venir bien incluso el que miles de ciudadanos serbios hayan reaccionado indignados por el reconocimiento de la independencia de Kosovo por parte de varias potencias occidentales, puesto que esa inestabilidad le sirve de excusa para aparcar en el congelador futuras (y a día de hoy muy, muy inciertas) nuevas ampliaciones.

Ayer, precisamente, fallecía uno de los protagonistas de estos últimos años en los Balcanes y en la UE, Janez Drnovsek, ex presidente y ex primer ministro esloveno, y miembro de la presidencia colectiva yugoslava de 1989 a 1990. Asiduo visitante de Donostia, Drnovsek fue uno de los principales arquitectos de la vertiginosa transición eslovena hacia la UE.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo