Soy una de las personas a las que se negó la entrada al Pleno de Presupuestos del Ayuntamiento de Gasteiz el día 15 de este mes por voluntad expresa de los partidos políticos, los cuales no quisieron dar las tarjetas de admisión con la excusa de que éramos «peligrosos». Porque como tales fuimos tratados hasta por el bedel, cuando al compañero que protestó por ello le contestó: «pues te jodes» (perdón). ¿Qué nos está pasando? Que vamos rodando cuesta abajo al pensamiento único. Que la participación ciudadana se limita al voto electoral.

Se olvidan nuestros ediles de que están en esos puestos por los votos de quienes los eligieron y de que éstos tienen no sólo el derecho, sino el deber de saber cómo se realiza la gestión de las promesas electorales.

Se advirtió al alcalde de que había cinco personas vetadas, haciendo él caso omiso, y tildó de falta de respeto al abandono de la sala por parte de nuestros compañeros una vez habían hecho uso de su turno, cuando él mismo no había respetado el principio de legalidad de «los plenos deben ser públicos para las personas que lo deseen y hasta que se llene el salón», y sobraban muchas sillas.

Queremos la paz todos, pero tiene un precio: el respeto y la justicia, velados por todos. Si no, la democracia está muy coja.