Un dogma del capitalismo es que el mercado lo soluciona todo: si una empresa o un banco va a la deriva, el Estado no debe intervenir porque las fuerzas del mercado solucionarán el problema. En Alemania se acepta esa regla confirmada por la excepción, que llegó cuando el ministro federal de Finanzas, el socialdemócrata Peer Steinbrück, anunció que Berlín dará un crédito de 1.200 millones de

euros para evitar la bancarrota del Industriekreditbank (IKB), un instituto público que opera desde 1924. Cuenta con 1.700 empleados y un balance de 40.000 millones de euros.

IKB está en crisis desde el verano pasado, porque sus máximos responsables perdieron 8.100 millones de euros invertidos en el mercado hipotecario de EEUU. El Estado alemán aportó 6.000 millones de euros de los 7.600 millones que han sido necesarios para prevenir al cierre de la institución.

En ámbitos empresariales se criticó la ayuda estatal por «ser una invitación a la especulación», lanzando el mensaje de que, en el peor de los casos, el Estado ayudaría a evitar lo peor. Steinbrück replicó que la operación era necesaria porque «en caso contrario se habrían tenido que calcular consecuencias masivas para el sector bancario, con los correspondientes efectos sobre la economía real». El Estado alemán tiene pensado vender IKB, pero hay otros dos bancos públicos que tienen problemas.

Anuncio de dimisión

El martes Werner Schmidt, a la sazón presidente del banco regional bávaro Bayern LB, anunció su dimisión para finales de este mes. La razón ha sido la pésima política de comunicación respecto a las pérdidas en EEUU. Schmidt informó de los 1.900 millones de euros ventilados en el mercado inmobiliario norteamericano un día después de que el Bayern LB saliera con la noticia de que aún posee acciones por el valor de 4.000 millones de euros en subprime.

La institución pertenece tanto a las cajas de ahorro bávaras como al Estado Libre de Baviera.

Entre los bancos alemanes, con un balance de 353.000 millones de euros, ocupa el octavo lugar en el ranking y el segundo, en el de los bancos públicos, seguido, también en problemas, por WestLB de Renania del Norte Westfalia. Las falsas inversiones de sus responsables son legión. Se iniciaron cuando el socialdemócrata Friedel Neuber tomó las riendas en 1981 y metió al banco en una aventura tras otra. Como el BayernLB, el instituto financió proyectos industriales y la fusión de empresas. La suma de todos esos errores supone, por el momento, e 5.000 millones de euros.

Este dinero procede del Erario Público, porque tanto el Estado Federal de Renania como las cajas de ahorro son dueños del WestLB. Además entre 1.300 y 1.500 empleados van a perder su puesto de trabajo. Nadie sabe qué nuevas sorpresas puede deparar aún la crisis de EEUU.