La Real se exhibió en Elche con un juego de altísimo nivel en todas las facetas menos en el remate a puerta, donde faltó más acierto para batir a un Willy Caballero que consiguió que el público coreara su nombre en sus trece paradas a otros tantos remates blanquiazules a su portería. Se repitió el número de remates efectuados en El Ejido, dieciocho. En esta ocasión fueron trece los enviados entre los tres palos por los cuatro ante el cuadro andaluz, pero los realistas lanzaron la mayoría a donde estaba colocado el portero ilicitano y eso evitó la goleada.

Al margen de Caballero y del desacierto en el remate resultó clave un error de un asistente de Pérez Montero, que señaló un fuera de juego inexistente a Víctor en una acción que el delantero balear culminó con gol.

Estas tres claves justifican algo difícil de explicar, porque el partido debió acabar con goleada realista. Un equipo normal podía afrontar el duelo de ayer con prudencia porque el empate era mejor resultado para la Real que para el Elche, pero pareció que sólo les valía la victoria a los jugadores que ayer volvieron a vestir con una camiseta verde y un amarillo que no les da suerte -dos partidos sin marcar con un empate y una derrota-. Se lanzaron al ataque con setenta minutos de juego extraordinarios. Sólo en los últimos veinte bajó el nivel porque es imposible mantener semejante ritmo e intensidad en el juego y únicamente al final se vio perder algo de tiempo a los realistas porque cuando no se puede ganar no hay que perder. Y el empate no vale para seguir en la zona de ascenso porque la diferencia de goles y su victoria de Albacete permiten al Sporting recuperar la tercera plaza, pero sí mantiene al Elche a dos puntos con el average a favor y se aleja un poco más al Celta.

Sólo dos minutos locales

El peculiar David Vidal quiso espolear a sus jugadores con unas fuertes declaraciones tras la derrota de El Ferrol y pareció que tuvieron efecto en los primeros compases del partido, en los que el Elche salió mejor. Pero fueron dos minutos, los que permitieron a Noel Williams y a Cobo disponer de las pocas ocasiones que fue capaz de fabricar un Elche que estuvo a merced del vendaval realista.

En el minuto 5 Aranburu comenzó su festival de juego con un servicio con la izquierda a Díaz de Zerio que no pudo conectar y a partir de ahí el encuentro se convirtió en un monólogo realista. Jugaban dos equipos a velocidades distintas. El juego realista fue espectacular con una predisposición ofensiva que arrancaba en la rapidez con la que se recuperaba el balón arriba, con lo que se conseguía que siempre estuviera en las inmediaciones de Caballero y se llegara con una clara sensación de peligro.

Así llegaron oportunidades de Víctor, Díaz de Zerio, Xabi Prieto, Gerardo y un Mikel Aranburu que dispuso quizás de las dos más claras del primer tiempo en un cabezazo y un disparo en sendas llegadas al área que simbolizaron lo que fue el partido. La Real llegaba al área con muchos jugadores en posiciones de remate, los dos laterales actuaban con clara predisposición ofensiva y lo mejor era que ese hambre de buscar la victoria no permitió al Elche disponer de oportunidades a la contra.

El juego ilicitano se limitó a intentar aprovechar la gran envergadura de Miguel y Noel Williams para proteger el balón y buscarlos con lanzamientos lejanos, lo que únicamente provocaba que el partido se abriera mucho y se crearan espacios en los que la Real aprovechaba su mayor calidad y la gran confianza que demostraban sus futbolistas a la hora de jugar el balón y llegar con facilidad al área rival, donde sólo les faltaba rematar más lejos de los dominios de Caballero, porque en bastantes de sus intervenciones no tuvo necesidad ni de estirarse.

La exhibición fue mayor en el primer tiempo, donde llegaron doce de los dieciocho remates realistas, aunque en el inicio del segundo Díaz de Zerio, siempre presente en zona de remate, volvió a tener dos oportunidades claras, una tras gran servicio en jugada sensacional de Aranburu.

Más igualdad al final

David Vidal se pasó el partido de juramento en juramento al ver que sus jugadores parecían niños contra profesionales. Intentó oxigenar a su equipo y cambiar la inercia del partido con sus tres cambios y, entre ese aire fresco y el lógico cansancio, el partido se niveló porque los jugadores de recambio realistas no pudieron mantener el nivel de los once básicos de Eizmendi, que mejoran su juego conforme avanza su compenetración y aumenta su confianza.

Por eso hay que hacer una valoración muy positiva del partido y animar a los blanquiazules a seguir en la buena línea que llevan en los últimos meses porque si se juega como ayer el 90% de los partidos se ganarán. Pero el empate y el juego de los realistas en los últimos partidos con aire a favor deben servir también para valorar lo que hizo este equipo sin tanto fútbol en el terrible comienzo de temporada repleto de minas que afrontaban con todas las dudas y desconfianza que lograron enterrar con la ayuda de Coleman.

En los cinco primeros partidos de Liga la Real sumó nueve puntos por los ocho alcanzados contra los mismos rivales en la segunda vuelta y aquel 2-1 de Anoeta en otro partido en el que Caballero estuvo a un gran nivel es el que permite que el empate de ayer tenga un sabor menos malo y un valor mayor.