Sumando unas y otras audiencias resulta que el debate sumó algo más de trece millones de telespectadores, y superó el cincuenta por ciento de share. Posiblemente ni los partidos del siglo tienen la publicidad que ha tenido este enfrentamiento plano a plano entre los dos candidatos. El conductor de este primer round, Manuel Campo Vidal, vendió bien la moto. Quiero decir, supo darle una importancia por encima de la realidad, lo contextualizó al principio, les fue dando motivos para la autocomplacencia de los actores durante el debate, y terminó asegurando que habíamos presenciado un hito. O dos. El tratamiento general fue majestuoso e institucional. Del primer repaso uno podría decir que salió así así. Es decir, ni bien ni mal.

Es obvio que los equipos de los dos partidos hegemónicos en el Estado español lo han puesto tan difícil, que no podía ser de otra manera: era un espacio reducido, una estructura demasiado rígida, y con asuntos de teoría de la comunicación audiovisual bastante poco acertados. Uno, el primero: empezar cada uno de los candidatos soltando un rollo a la cámara. Es decir, dirigiéndose a una cámara frontal para soltar un mensaje leído, de busto parlante. Este mismo sistema de comunicación directa se utilizó para terminar. Mirando a cámara, acercándose al lenguaje de teletienda. No ayudó a casi nada. Bueno, la historia de la niña de Rajoy parecía de culebrón.

Repartir el tiempo es necesario, pero hacerlo de una manera tan rígida no ayuda a la emoción, y muy poco al espectáculo televisivo. Si cada uno tiene dos minutos, y debe utilizarlos sin interrupción y el otro contestarle con otros dos, provoca un sensación de monólogos, de ausencia de debate, o sea, lo que querían los responsables, pero no lo que deseaba la audiencia. La puesta en escena era tan clásica que parecía del siglo pasado, cuando se vieron los otros debates. Una relativa novedad fue que todas las cadenas aportaron a los pocos minutos resultados de encuestas urgentes por teléfono. Los tertulianos arrimaron el ascua a su partido. Los portavoces de estos dos partidos solamente dan consignas. Los de los otros partidos muestran cabreo. El resultado final, el día 9 de marzo.