El primer ministro de Kosovo, Hashim Thaçi, advirtió de que su Gobierno no tolerará «que nadie amenace la integridad territorial» del nuevo Estado.

En su visita a Racak, escenario en enero de 1999 de una masacre de albaneses a manos de milicias serbias, el ex dirigente guerrillero advirtió de que el Gobierno «tiene derecho a hacer uso de mecanismos de defensa de Kosovo (...) Ningún trozo del territorio será robado», advirtió, para mostrar a continuación su «respeto y comprensión por las reacciones pacíficas» de la minoría serbia del enclave.

Por otro lado, el Gobierno rumano se ha postulado para hacer de puente entre Belgrado y el tándem OTAN-UE para renovar las seriamente deterioradas relaciones tras la proclamación de la independencia de Kosovo. Rumanía conforma, junto con Chipre y el Estado español, el pequeño núcleo de tres estados miembros que han rechazado la independencia de Kosovo. Las banderas españolas ocupan un lugar de honor en las manifestaciones panserbias que tienen lugar en ciudades como Banja Luka (Bosnia), Mitrovica (Kosovo) y en la propia capital de Serbia, Belgrado.