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Maite Ubiria Periodista

La política del pico y la pala

El baúl de las promesas está, a estas alturas de campaña, como la plaza: a rebosar. Los candidatos se afanan en proponer a diestro y siniestro, que lo mismo cotiza una residencia de ancianos que una rebaja fiscal.

Nos quejamos sin motivo. La campaña está para eso. Estoy por darle la razón a una buena amiga que dice que aquello de que «al séptimo descansó» es un cuento. Dios hizo todo el trabajo en un día, me aclara, y el resto se dedicó a preparar la campaña de marketing. Fue una estrategia exitosa, y ahí está la Iglesia para demostrarlo, más de dos mil años después.

La campaña es así, y no le den más vueltas. Se trata de colocar el producto en el mercado y trabajar hasta que pique el incauto. Y cuando todo apunta a que los peces se ponen sibaritas y pasan de tanto cebo artificial, todo se pone más cuesta arriba: se ponen nerviosas las máquinas de partido y escupen más y más ofertas. La cosa es seria, porque al ritmo que va la burra aquí no va a haber forma ni de preocuparse. Ahora mismo lo tenemos casi todo resuelto: más trabajo, más pensiones, más ayudas a las familias, más casas de cultura (bueno, eso se lleva menos).

Miro la dimensión de este pequeño país de los vascos y no me salen las cuentas. No damos para tanto puerto exterior, para tanta línea de alta velocidad, para tanta Supersur, para tanto supercuartel, para tanto de tanto y no siempre bueno.

«Menos es más», dicen los estilistas para aconsejar que a la hora del acicale tengamos en cuenta que no se trata de recargarse sino más bien de emplear los atuendos más convenientes y combinarlos con acierto. Por desgracia, la sencillez y la modestia no cotizan en la pasarela política. ¿Quién les ha dicho a los candidatos que sólo aspiramos a que nos saturen aún más el espacio? ¿Qué les hace creer que somos tan necias como para no saber que a la libertad no se llega antes por disponer de vías de comunicación más rápidas pero elitistas, o para no desconfiar de promesas que no valen para pagar la cesta de la compra? Yo me escapo. Me voy a Chile. Bachelet sí que sabe. La presidenta promete acabar para 2010 con los baches en las calles de la capital. Política de pico y pala.

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