El Defensor del menor debería actuar de oficio. Mariano Rajoy confiesa que lleva la niña en la cabeza y en el corazón. ¿O estoy yo despistado y se refiere a otro concepto de posesión? Yo también me confieso: no aguanté ni diez minutos. El primer debate lo vi de comienzo a fin, esta vez, me pareció una reiteración de insignificancias, una pelea de deficiencias, una falta de entusiasmo, un espectáculo televisivo excesivamente mortecino. Pero ahora, cuando escribo estas líneas, como cualquiera que se sepa mover por las radios, por Internet o que cabalgue a lomos de su mando a distancia tengo una visión clara de lo que sucedió. Bueno, rebajemos el entusiasmo, tengo una visión formada por la criba de visiones contradictorias.

De la confrontación de opiniones, encuestas y titulares, se deduce que ganó Zapatero. ¿Qué ganó exactamente? ¿El debate, el premio a la anti-fotogenia, al cacareo más florido, a el cuerpo a cuerpo de perfumes de marca, a la corbata más hortera? Vamos poniendo letras pero seguimos sin decir nada. Acebes está contento y como es mentiroso convulsivo y se confunde mucho, y más a ciertas horas de la noche, dice que ganó Rajoy aunque quiere decir que ganó Rouco-Varela, su guía, el mejor legionario de Cristo Rey. De repente alguien me pregunta ¿cómo se hacen esas encuestas tan urgentes? Y contesto sin convicción: por teléfono, a unas quinientas personas, elegidas de manera aleatoria. O sea, tienen la fiabilidad de un automóvil de quinta mano.

Los números cantan. Han perdido en una semana más de un millón de telespectadores. Pero siguen siendo estrellas de la programación, cerca de doce millones. La cuestión es que en las cadenas que lo ofrecían se esforzaron por captar audiencias de una manera que debería servir de ejemplo para otros eventos que merecerían, también, esta movilización para que se vieran. Volvía «CSI, Las Vegas», o sea, los originales, los que más gustan y sus resultados de audiencia han sido buenos, pero la competencia era dura, por lo que seguro que serán todavía mejores el lunes que viene, que solamente habrá resaca. Una resaca muy grande. Y un descanso, porque dejarán de detener para ganar votos