Si el comienzo del año ofreció datos poco alentadores en lo referente a la evolución del paro en Hego Euskal Herria, el mes de febrero no sólo ha confirmado esa evolución negativa, sino que además la ha acentuado. El hecho de que el aumento del paro de forma preocupante tenga una explicación -la ralentización económica- no quiere decir que esa situación sea aceptable. En efecto, los primeros síntomas de esa ralentización los padecen con crudeza los sectores más desprotegidos, como las mujeres y los jóvenes. Ello no es sino una de las características de un sistema económico injusto que se ceba en los más débiles y beneficia a quien más tiene, parapetado en el discurso del desarrollo y del crecimiento económico que, además, se supone que debería ir acercando a la sociedad al pleno empleo. Ese supuesto objetivo ha servido de excusa para unas políticas de empleo acordadas en Madrid por el Gobierno español, la patronal y los sindicatos españoles mayoritarios que premian la precariedad en las contrataciones y en las condiciones laborales en general. El paro, sin embargo, aumenta de forma notable y la precariedad no disminuye. Podrán explicarlo por la recesión, quizá por otros muchos factores, pero no justificarlo. Y es necesario denunciar esta realidad como lo que es: una flagrante vulneración del derecho al trabajo y a unas condiciones laborales dignas.