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El Bucintoro del Dux volverá a surcar la laguna de Venecia

El Bucintoro, la lujosa embarcación del Dux, destruida por Napoleón, podría volver a surcar las aguas de la laguna de Venecia antes de un año. Una fundación ha reunido los fondos necesarios y está previsto que este mismo mes comiencen los trabajos en el astillero.

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GARA | VENECIA

De la majestuosidad del último Bucintoro, palabra que deriva de «buzino d'oro», barca de oro, quedan sólo algunos fragmentos, conservados en los museos Correr y del Arsenal de Venecia, además de las representaciones de Canaletto.

La falta del Bucintoro, a pesar de que ya han transcurrido más de dos siglos desde que Napoleón lo destruyera, es una espina clavada en el corazón de los venecianos, que, cada año, cuando se realizan famosas ceremonias, como la regata o la fiesta de la Ascensión, lamentan no ver anclada en la laguna una pieza tan importante de su historia.

Movidos por «el orgullo y la locura», como ellos mismos reconocen, un grupo de venecianos ha constituido la Fundación Bucintoro para reunir los fondos precisos para reconstruir la magnífica galera.

El secretario de la Fundación, Giorgio Paternó, ha explicado que hace ya varios años que se inició la paciente y difícil reconstrucción de los detalles de la nave y de las más de 1.000 esculturas que la decoraban, y ha anunciado que este mismo mes de marzo comenzarán las obras de la estructura del navío en el astillero veneciano.

Para financiar el titánico proyecto se necesitarán entre 15 y 20 millones de euros, que Paternó y su fundación están recogiendo sobre todo de patrocinadores privados.

Al llamamiento de la Fundación Buncintoro han respondido ya muchos italianos, pero, además, Paternó ha enviado, a través del Ministerio de Asuntos Exteriores, una carta al presidente francés Nicolas Sarkozy para solicitarle que se movilice en la búsqueda de patrocinadores galos. «Al fin y al cabo, fueron ellos quienes destruyeron el Bucintoro», ha afirmado con tono sarcástico Paternó, recordando que fue Napoleón Bonaparte quien, en 1798, despojó al Buncintoro del oro que lo recubría y envió el casco a Francia, donde acabó siendo utilizado como galera-prisión.

Es un asunto sobre el que se ha discutido mucho, pero, según el sentir de los venecianos, Napoleón destruyó la galera no sólo para quedarse con el botín, sino para acabar con un símbolo del poder de la República de la Serenísima.

Los miembros de la Fundación esperan que en 2009, durante la fiesta de la Ascensión, una de las más importantes de Venecia y en la que se celebran «las nupcias de la ciudad con el mar», pueda aparecer en el horizonte el Bucintoro.

La embarcación se utilizaba con fines representativos, encabezando los cortejos con los que las autoridades de Venecia recibían en el mar a las embajadas extranjeras y a los más altos dignatarios, así como en las fiestas, principalmente, en la del día de la Ascensión.

El barco tenía dos plantas: la inferior, en la que bogaban los remeros, y la superior, cubierta con un enorme baldaquín, que formaba una gran sala revestida de terciopelo rojo con 90 asientos y 48 ventanas. Esta sala estaba reservada a las máximas autoridades de la República y culminaba en la popa con el fastuoso trono del Dux.

«El Bucintoro de la Paz»

La eslora del último Bucintoro, botado en el año 1728, era aproximadamente de 35 metros. Contaba con 42 remos servidos por 168 remeros.

Giorgio Paternó ha explicado que a la nueva embarcación se la llamará «El Bucintoro de la Paz» y su tripulación estará formada en su primer viaje «por hombres que hayan contribuido a acabar con las guerras».

Al alcalde de la ciudad, Massimo Cacciari, se le reserva el honor de representar el papel de nuevo Dux a bordo de la nave, y no habrá ningún problema a la hora de encontrar al centenar de remeros entre los jóvenes venecianos, según ha adelantado el secretario de la Fundación.

DE PALACIO A PRISIÓN

En 1798, Napoleón despojó de sus riquezas al último Bucintoro, que terminó sus días como galera-prisión. En principio, fue el ansia de botín lo que le movió, pero los venecianos opinan que, ante todo, quiso destruir un símbolo de la República.

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