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Los especuladores buscan nuevos filones inmobiliarios en el centro y este de europa

Los especuladores inmobiliarios han hecho un enorme negocio en el mercado del Estado español durante los últimos años. Ahora que parece que se agota el filón, han puesto los ojos en el Este de Europa, donde ven grandes oportunidades de crecimiento.

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Los tiburones de la inversión inmobiliaria no se conforman con las aguas del mercado local. Como otro tipo de empresas, también buscan sus oportunidades de rentabilidades altas y rápidas en los caladeros del Centro y Este de Europa. Allí han descubierto hace años un panorama donde se prevén necesidades de nuevas viviendas, renovación de las viejas y unos precios que aún no han experimentado todo el boom de ninguna burbuja. Polonia, Rumanía, la República Checa, Hungría o Ucrania están en el punto de mira de los inversores. Metrovacesa, Urbis, Riofisa, Acciona o Neinver ya están allí, y el sector financiero también está actuando desde Catalunya, Madrid o Bilbo, ofreciendo sus servicios. Quienes reclaman a estos inversores vaticinan crecimientos inmobiliarios muy similares a los que ha sufrido el Estado español en los últimos veinte años. Polonia ya lo está viviendo y en Cracovia el precio medio de la vivienda nueva ha subido un 60%, una escalada que se acelerará con la inversión occidental.

El ministro polaco de la Construcción Andrzej Aumiller, llamó a los inversores extranjeros ofreciendo «un gran mercado de oportunidades», aunque pide construcciones «baratas y de calidad». Según el ministro, el mercado inmobiliario de Polonia es tan atractivo que son los promotores con ganas de obtener beneficios rápidos los que más invierten y son los que contribuyen a que los precios del suelo crezcan de manera especulativa. Por ello, desde este año se aplica un IVA mucho más alto con la intención de reducir el crecimiento especulativo.

La República Checa o Hungría, que ingresará en la zona euro en un par de años, son otros de los mercados más atractivos. Pero el interés se extiende a otros como Rumanía o incluso Ucrania.

Mano de obra y material

En Rumanía los inmuebles valen entre un 10% y un 20% los de Europa Occidental y sus precios han comenzado una escalada hacia la equiparación. Las rentabilidades medias de algunos reclamos son superiores al 25% anual, que añaden que el alquiler es extremadamente elevado respecto a la compra, lo que hace que pueda recuperarse la inversión entre nueve y doce años se recupere la inversión. Pero los especuladores prefieren la compra y esperar unos años para revolarizar el inmueble. Aunque el boom inmobiliario lleva ya una década, se espera que, al igual que Bulgaria, las viviendas sigan multiplicando su valor.

En 2007, el sector de la Construcción creció un 33,6% respecto a 2006. Como consecuencia de esta fiebre del ladrillo, el Gobierno rumano registra una crisis de la fuerza de trabajo en la construcción, con un déficit de 360.000 obreros, según el Patronato de las Sociedades de Construcciones.

Los proyectos para 2008 hacen prever a las empresas constructoras un desarrollo aún mayor, pero esa perspectiva puede peligrar por la falta de fuerza de trabajo. Los empleadores, que estuvieron obligados a aumentar en 2007 los sueldos en un 34% para conservar la mano de obra, han solicitado al Ministerio de Trabajo la reducción de la fiscalidad para los empleos. «No podemos hablar de aumentos salariales sin el crecimiento de la productividad del trabajo y la reducción de la fiscalidad por el puesto de trabajo», señaló Gheorghe Polizu, presidente del Patronato.

Añadió que el número de 10.000 permisos de trabajo aprobado por las autoridades para mano de obra proveniente de los países asiáticos «es totalmente insuficiente».

Por ello, el Gobierno rumano adoptó recientemente un programa para estimular a los obreros rumanos que trabajan en el extranjero, en primer lugar en Italia y el Estado español, para que vuelvan a Rumanía y ha llegado a organizar un primer «mercado de empleos» en Roma.

La siguiente estación en el tour especulador por el Este parece ser Ucrania, aunque escasea el material. Allí, por ejemplo, faltan hasta grúas. Los constructores pagan altos precios por las de segunda mano por las prisas por construir sin esperar una nueva. Los inversores ven un mercado atractivo pero aún no se fían del caos legal y de la calidad de los productos.

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