TRAS LAS ELECCIONES DEL 9-M
Zapatero dice al PNV que no busca su voto y que la Constitución es el límite
PSOE y PNV van marcando sus criterios para una negociación a la que ambos se muestran plenamente dispuestos. José Luis Rodríguez Zapatero y su Gobierno aclararon ayer tres cosas a los jeltzales: que la retirada de la consulta de Ibarretxe es el único punto de su agenda, que esta cuestión no se mezclará con el eventual apoyo parlamentario del PNV, y que la Constitución española sigue siendo su «línea roja».
Ramón SOLA | IRUÑEA
Aunque no hay previstas reuniones públicas a corto plazo, PSOE y PNV van perfilando el espacio para su negociación política a través del cruce de declaraciones en los medios. A la clarificación de posturas contri- buyó ayer una especie de «globo-sonda» lanzado desde las páginas de ``El País'', que afirmó que el Gobierno español está dispuesto a ofrecer un nuevo Estatuto a cambio de la retirada de la consulta de Ibarretxe.
Como es lógico en este punto previo al inicio de la negociación, la existencia de tal oferta fue desmentida desde la Presidencia del Gobierno español, aunque resulta creíble vista su apuesta por las reformas estatutarias y de la insistencia del PSE en esta vía. También entra dentro de la lógica que el PNV se apresurara a afirmar que no le bastaría con eso. «Otro Estatuto no es la fórmula para resolver el problema político vasco secular», afirmó el presidente jeltzale, Iñigo Urkullu.
Preguntado por ello en una rueda de prensa, José Luis Rodríguez Zapatero dijo no haber leído la información «a fondo», pero matizó que no tiene nada previsto sobre una propuesta de reforma estatutaria para la CAV. Pero el líder español sí dejó algunos avisos clarificadores para el PNV, sobre todo para que no intente convertir en moneda de cambio un eventual apoyo parlamentario al PSOE en Madrid. «Yo estoy muy abierto, como se sabe, al diálogo con el PNV, pero lógicamente eso no va a estar en la agenda de lo que representa la negociación parlamentaria», avanzó Zapatero.
«Tenemos sólo un tema importante de por medio, que es el anuncio del lehendakari de realizar un referéndum, en torno al cual conoce muy bien mi postura. Y de eso hablaremos en los próximos meses», añadió Zapatero, que insistió en que ahora «no hay más dossieres abiertos, conviene dejarlo claro».
Las tres «c» del Gobierno
La número dos del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, también quiso trazar «líneas rojas». Lo hizo con un nuevo concepto: «Las tres c», a saber, «Constitución, consenso y apoyo ciudadano».
Insistió sobre todo en fijar la primera como límite infranqueable, como hizo ya el PSOE durante el pasado proceso de negociación. Dijo que «es posible» una reforma estatutaria futura, «pero siempre en el marco de la ley y la Constitución». Y justificó que si en su día PSOE y PP rechazaron la propuesta trasladada desde el Parlamento de Gas- teiz -el llamado Plan Ibarretxe- fue porque «vino en los términos en que vino».
PNV: derecho a decidir
Frente a la posición definida por el PSOE, el PNV se atuvo también al guión previsible en esta fase. Tanto su presidente, Iñigo Urkullu, como su portavoz en el Congreso, Josu Erkoreka, apuntaron que una reforma estatutaria no sería suficiente y que lo que se necesita abordar es el derecho a decidir.
En una entrevista a Televisión Española, Erkoreka marcó así el campo de juego en el que creen que debería producirse un pacto con el PSOE: «Si encontramos un espacio común y compartido de concepción y de articulación del derecho a decidir, podemos dar respuesta satisfactoria a todos. Lo que no puede ser es que algo que forma parte de nuestra identidad política lo retiremos absolutamente del escenario negociador», añadió.
En la misma línea, Erkoreka defendió que hay terreno para negociar en torno a ese principio, porque «se puede formular, expresar y concebir de muy diferentes maneras». De hecho, argumentó que «hay modos de expresión del derecho a decidir que ya han sido expresamente admitidos por el presidente del Gobierno», en alusión a la declaración hecha en los pasillos del Congreso en junio de 2006. Cabe recordar que Zapatero decidió incluir en ella la Constitución española como límite, contrariamente a lo pactado por las representaciones del Gobierno y ETA unos meses antes.
Urkullu también indicó que no cabe hablar de estatutos, sino del problema de fondo. En una entrevista a Radio Nacional de España, lanzó las siguientes preguntas: «¿De qué si no hemos estado hablando PSOE, PSE, PNV y Batasuna en las conversaciones que hemos tenido? ¿De qué es de lo que estamos hablando todos los días en las sesiones del Parlamento Vasco? ¿De qué, si no, más que de un problema político que hay que solucionar?».
EA replica con las tres «d»
Por su parte, el presidente de Eusko Alkartasuna, Unai Ziarreta, salió al paso de las declaraciones de Fernández de la Vega y afirmó que con ellas el Gobierno sigue poniendo límites a la voluntad de la ciudadanía vasca.
En tono gráfico, frente a las tres «c» del Ejecutivo de Zapatero, Ziarreta contrapuso las denominadas tres «d»: «Diálogo, derechos y democracia».
«Sólo a partir de esta triple premisa podremos resolver el problema político y tendrá sentido la reforma del Estatuto -argumentó Ziarreta en un comunicado-. De lo contrario, una reforma que no solucione el conflicto y no nos acerque definitivamente a la paz será un viaje a ninguna parte».
Para Batasuna, las declaraciones de los últimos días muestran que «PNV y PSOE no ofrecen más que fraude estatutario». Añade que «queremos decir con claridad que un acuerdo así no resolverá el conflicto político y armado que vivimos en Euskal Herria, puesto que no desatará los nudos que lo alimentan: el derecho a decidir y la territorialidad».
La formación independentista resalta en su comunicado que lleva ya tiempo advirtiendo de que una vez roto el proceso de negociación los partidos de Zapatero y Urkullu buscan sólo una reforma dentro de la Constitución, para «estabilizar» el Estado español y «neutralizar el movimiento que viene desde Lizarra-Garazi: `Euskal Herria tiene la palabra y la decisión'». Se muestra convencida de que «no quieren dar pasos reales, no quieren un cambio político verdadero» y con ello frustran las ansias de solución de la sociedad.
Frente a ello, Batasuna reivindica que esta fase debe llevar a «superar la partición y la negación», para lo que ofrece la Propuesta para un Marco Democrático.
El PNV reúne hoy a su Asamblea Nacional para valorar la pérdida de cerca de 120.000 votos en las elecciones del pasado domingo. Aunque los portavoces de la dirección del partido tratan de atribuir la mayor parte al efecto de la polarización entre PSOE y PP, entre las bases se palpa con claridad el debate entre quienes creen que ha sido el acercamiento al PSOE el que ha pasado factura en las urnas y los que, por contra, estiman que al PNV le han perjudicado sus discursos más soberanistas. Esta discusión abierta se expresó con claridad ayer en las valoraciones del presidente jelkide, Iñigo Urkullu, y de quien llevó las riendas del partido durante cerca de dos décadas, Xabier Arzalluz. El actual mandatario recurrió al discurso habitual de su predecesor, Josu Jon Imaz, para exponer que «quizás no hemos leído bien que la sociedad vasca se mueve en esquemas no tan ideologizados políticamente como en 2001». Dijo que ésta «es una sociedad posmoderna, que podía estar pensando en otras cuestiones más del día a día», y apostó por ofrecer «un encaje amable en la relación entre España y Euskadi». Arzalluz opina justo lo contrario. Defendió en Herri Irratia que el PNV sólo animará a su electorado «con políticas duras y radicales, yendo a la raíz de las cosas». Avisó de que «lo que pierde el PNV lo irá ganando el radicalismo» y propuso «un salto cualitativo».
GARA