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José Bové llama a la «acción directa» contra los OGM

Derio se convierte este fin de semana en lugar de encuentro de los movimientos sociales que abanderan la lucha contra los cultivos y alimentos transgénicos en el Estado español. Es la primera vez que estas voces contra los OGM se reúnen para adoptar medidas efectivas. En esta cita podrán escuchar al activista José Bové, que ya ayer llamó a la «acción directa» que tan buenos resultados les ha dado en el Estado francés.
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Joseba VIVANCO |

«Nosotras, allá, les llamamos ya basura, decimos que no queremos comer más basura». Con esta contundencia definía a los cultivos genéticamente modificados la nicaragüense Lola Esquivel, representante de 3.500 mujeres agricultoras de café y plátano en aquel país centroamericano. El mismo que un día se vio tan necesitado que aceptó sin reparos la ayuda estadounidense en forma de semillas transgénicas. «Las agarramos y nos contaminamos», resumió lo sucedido. «Ahora, estamos perdiendo nuestra semilla criolla, nuestra cultura», sentenció.

Esta veterana mujer es una de las participantes en el foro «Con soberanía alimentaria, sin transgénicos» que reúne este fin de semana en la localidad vizcaina de Derio a agricultores, ambientalistas y protectores de semillas de cuatro continentes. Se trata del primer encuentro que sienta en torno a la mesa de debate a todos los colectivos que luchan contra los productos transgénicos en el Estado español, además de contar con la presencia de figuras internacionales como el reconocido activista José Bové, la portuguesa Margarita Silva o la mejicana Silvia Ribeiro.

Este encuentro servirá, según avanzó ayer en su presentación la responsable del área de transgénicos de EHNE, Ainhoa Iturbe, para «fortalecer las campañas contra los OGM» y al mismo tiempo «identificar medidas que hagan efectiva la zona libre de transgénicos que en su día declaró el Gobierno de Lakua en la CAV».

Cuatro son los ejes sobre los que discurren las demandas de las voces que se darán cita estos días. La propia Iturbe las resumió en: necesidad de garantizar las zonas libres de transgénicos, la exigencia de la política de tolerancia cero, la imposibilidad de la coexistencia entre cultivos y el derecho a la soberanía alimentaria y el uso de la biodiversidad.

La victoria en el Estado francés

Unos planteamientos que no sólo sindicatos como EHNE o agrupaciones de consumidores, agricultura ecológica o grupos ambientalistas reclaman para el Estado español, el principal productor de maíz modificado genéticamente de toda Europa. Su vecino francés era hasta hace poco «la puerta de entrada al mercado europeo por parte de las multinacionales de las semillas transgénicas», como lo describió el sindicalista José Bové.

El veterano miembro de CPE-Vía Campesina dibujó cómo el panorama en el Estado francés ha cambiado no sólo gracias a una mayor concienciación ciudadana contra estos productos, sino por la acción directa contra esos mismos cultivos.

«He venido a testimoniar el cambio que hemos tenido allí», desde que la lucha contra los OGM comenzara en 1997 hasta la consecución de una peleada moratoria para el cultivo apenas hace unos meses. «Es la primera vez que, a través del combate social, hemos parado los OGM en Francia», resaltó.

Bové dejó claro que «esta lucha no ha sido ni institucional ni de los expertos, sino de la sociedad civil», en un estado europeo, precisamente, donde la victoria lograda no ha sido fácil, añadió, por cuanto el agro francés está a la cabeza de cultivos transgénicos en la UE. «Por eso, esta lucha ha sido directamente contra los intereses económicos de las empresas de semillas», aclaró en su intervención.

Este conocido activista llamó la atención sobre el hecho de que «desde hace diez años hemos venido explicando los peligros de los OGM. Pero sin actuar sobre el terreno el cambio no hubiese sido posible». Una actuación que se traduce en los llamados «cortadores voluntarios», famosos por adentrarse en cultivos transgénicos privados y segar las plantas.

Bové llegó a hacer una llamativa invitación. «He venido a este foro también para decir que los cultivadores voluntarios franceses pueden venir al Estado español a actuar», planteó. La reciente moratoria francesa para el cultivo de cierto tipo de maíz transgénico de la firma Monsanto les ha permitido, anunció, constituir el grupo Cortadores Sin Fronteras. «Porque el combate no es de un país, sino de todos los países». E insistió: «En Francia ya hay una toma de conciencia [la emisión televisiva esta semana del documental `El mundo según Monsanto' ha sido un récord de audiencia], que unida a la acción directa hace posible el cambio allí y aquí también».

El PSOE, con Monsanto

Además del francés, otros estados europeos sostienen hoy una moratoria para el cultivo de OGM, como son los casos de Austria, Hungría, Polonia o Grecia, mientras que Alemania podría adoptarla este año y Bulgaria, Italia o Irlanda tienen la decisión ya en agenda.

Por contra, el Estado español se ha convertido en el mayor cultivador europeo de maíz transgénico para su comercialización y el Gobierno del PSOE sigue dando sorpresas. Hace unos días, los ministros europeos de Agricultura rechazaron -aunque será la Comisión Europea quien decida- dar el visto bueno a un tipo de patata modificada genéticamente, a la que diversos organismos sanitarios habían negado luz verde. El Gobierno español fue uno de los que, en cambio, votó a favor de su entrada en el mercado.

«Estamos ante un Gobierno que prometió un cambio y, en cambio, lo que ha hecho en estos años es amparar a las grandes empresas de OGM, hasta el punto de que en el Estado español se han multplicado por dos las variedades cultivadas y lo mismo ha ocurrido con la superficie cultivada», denunció Felipe Carrasco, responsable español de las campañas contra los transgénicos de Greenpeace.

Este experto insistió en los peligros de la contaminación de cultivos libres de OGM por parte de otros transgénicos, ya que estudios franceses han comprobado que éstos pueden ocurrir incluso en plantaciones alejadas hasta cien kilómetros. «Lo que exigimos es la libertad de elección tanto por parte del agricultor como del consumidor», trasladó.

La realidad es que estamos ante lo que el propio Carrasco calificó de «arma geoestratégica de control» y es que los OGM aumentan su superficie, aunque es cierto que no al ritmo deseado. El informe del «sospechoso» Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAAA) informa de que las hectáreas sembradas aumentaron en 2007 y que sobre todo lo hicieron en los países más empobrecidos. Son ya 114 millones de hectáreas en todo el planeta.

¿Ogm «ecológico»?

En 2007 la UE aprobó un nuevo reglamento sobre etiquetado y producción de alimentos ecológicos que permitirá en 2009 la presencia «accidental o técnicamente inevitable» de hasta un 0,9% de OGM en estos productos.

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La petición de luz verde para la primera patata transgénica ha fracturado la postura de los estados miembros de la UE, que en febrero no se pusieron de acuerdo sobre su permiso. El Gobierno del PSOE votó a favor.

Pegatinas contra los transgénicos

Primero fueron los pins. Ahora son las pegatinas para colocar en el coche. Ésta es la última iniciativa de más de una docena de asociaciones y colectivos vascos en contra de los cultivos modificados genéticamente. Una campaña que firman sindicatos como EHNE, LAB, ELB, asociaciones vascas de agricultura ecológica, colectivos ambientalistas como BLE, Ekologistak Martxan e Iparraldeko Alerte OGM Kolektiboa, o la Red de Semillas de Euskadi.

La responsable de EHNE en esta materia, Ainhoa Iturbe, aclaró ayer que en Hego Euskal Herria no hay constancia actual de la existencia de cultivos transgénicos. No es el caso del norte del país, donde hay más de 500 hectáreas plantadas. En el caso de la CAV, el Ejecutivo de Lakua aprobó en su día la declaración de Zona Libre de Transgénicos. Según Iturbe, esto evita el cultivo, pero no así la comercialización de productos con OGM en las estanterías de nuestros comercios, ni, más preocupante aún, incidió, su presencia en los piensos. La mayoría del alimento para el ganado es importado y contiene trazas transgénicas. Otra «falla» que EHNE ve en esa declaración es que no contempla nada sobre los agrocombustibles a partir de cultivos transgénicos ni sobre la biotecnología.

Por lo que a Nafarroa se refiere, el Gobierno de UPN no ha tomado el camino de su homólogo de Lakua, pero tampoco hay constancia de que se esté cultivando maíz en suelo navarro. El problema, señaló la representante del sindicato, es que hay peligro de contaminación procedente de otras zonas donde el cultivo está más extendido, como Aragón. J. V.

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