Las presidenciales de 2009 son el verdadero test para Ahmedinejad
En previsión de un buen resultado para la coalición conservadora bajo cuyo paraguas se presentan sus partidarios, el presidente iraní, Mahmud Ahmedinejad, afrontaba con tranquilidad las legislativas de ayer. Su verdadera cita será en las presidenciales del año que viene. Será reelegido si su base social, las clases bajas, no le castigan por la galopante inflación.
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El verdadero test de la popularidad del presidente iraní, Mahmud Ahmedinejad, no parecía dirimirse en las legislativas de ayer sino que presumiblemente habrá que esperar a las presidenciales del año que viene.
Aunque él no se ha pronunciado sobre su eventual postulación, los analistas dan por hecho que aspira a un segundo mandato de cuatro años y pocos se atreven, a día de hoy, a adelantar un escrutinio.
«Las legislativas no son un test de popularidad para Ahmedinejad», insistía Jahangir Karami, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Tehe- rán. Sobre todo, porque los candidatos del partido del presidente, el Dulce Aroma para Serbir, se presentaban en la lista de la principal coalición conservadora, el Frente Unido de los Defensores de los Principios.
El precedente municipal
No fue el caso de las municipales de diciembre de 2006, en las que el partido del presidente se presentó en solitario y en competencia con otras listas conservadoras y reformistas.
Su formación alcanzó la tercera posición en la capital, el principal campo de batalla electoral, lo que se interpretó como un fracaso de su lista.
Esta vez sus partidarios han logrado incluir alrededor de un tercio de sus candidatos en la lista del Frente Unido por la circunscripción de la capital, lo que les sitúa en buena posición.
En las provincias, las claves políticas son distintas. «La gente pide carreteras y escuelas y si las ofrece un adversario de Ahmedinejad le votan, lo que no quiere decir que estén contra el presidente», explica Mohamed Morandi, colega de Karami. E inversamente, la victoria de un candidato de la línea del presidente no implica necesariamente la aprobación de la política del Gobierno.
Pese a ello, Karami predecía ayer que el campo de Ahmedinejad no obtendría en las legislativas «muchos votos en Teherán y en las grandes ciudades, pero será distinto en las pequeñas localidades».
Y es que el presidente se ha prodigado como ninguno de sus predecesores durante su mandato en visitar zonas rurales de las treinta provincias del país y en llevar infraestructuras a las zonas más alejadas. Sus críticos le acusan de manirroto y de haber forzado una inflación galopante.
Morandi estima que «aunque en las municipales se evidenció que no es tan fuerte como parecía, Ahmedinejad será reelegido hoy -por ayer-, ya que es bastante popular fuera de Teherán». El único peligro es que su política de subvenciones y gasto público no llegue a compensar la inflación, que supera el 20% y golpea a las clases más pobres, el corazón de su electorado y el que le dio la victoria en las presidenciales de 2005.
«Un simple empleado puede quedar paralizado por un alquiler caro, y puede responsabilizar de ello al Gobierno», concluye.
Los electores de Teherán tenían que escribir los nombres, y los códigos correspondientes, de los 30 candidatos de un total de 800 que elegían como diputados por la capital. Una ardua labor que llevaba quince minutos a los más avezados y mucho más a los menos hábiles.
El Gobierno aconsejó llevar escrita en un papel la lista de los candidatos para así agilizar el proceso.
Por lo que toca a la abstención, de casi el 50% en las anteriores legislativas, el viceministro de Interior, Gholam Hossein Elham, pronosticó una participación «gloriosa» de más del 60%.
En relación a los resultados, se espera que el recuento esté terminado el 20 de marzo y los datos de participación se conocerán el domingo.
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