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Svensson, Risi, Pttey o Dara Torres, la vida deportiva después de los 40

En equipo o a nivel individual, algunos deportistas resisten bien el paso del tiempo mientras otros retornan en busca de una nueva oportunidad para enfrentarse a rivales a los que doblan en edad. Alguien dijo que la vida empieza a los 40, al menos la deportiva no acaba para todos.

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Miren SÁENZ

Hasta hace poco sólo deportes como el golf parecían admitir en su recorrido a jugadores mayores de 40 años. Jack Nicklaus, considerado el mejor golfista de la historia con 18 majors en su palmarés, respetó la edad de jubilación y se retiró en 2005 a los 65. Las características del golf y las reglas de sus principales torneos permitían admirar a un buen montón de profesionales bien entrados en canas.

Deportistas de otras especialidades se resisten a abandonar lo que más les gusta o regresan puntualmente. Tomas Svensson cumplió 40 el pasado mes de febrero defendiendo la portería del Portland. El guardameta sueco, un ejemplo de continuidad y eficacia en el balonmano, mantiene que a esta edad la ventaja está en la experiencia y el inconveniente en que cuesta más recuperar y debe tomarse los entrenamientos con más calma. Ligado a la historia más feliz del balonmano vasco, fue portero del Bidasoa en la época dorada de la Copa de Europa y terminó en Iruñea tras pasar por equipos como el Barcelona y el Hamburgo.

Svensson, políglota y padre de familia, actúa de portero titular en el equipo navarro y no dejó de ser convocado por Suecia para el reciente Campeonato de Europa celebrado en Noruega. Otro de los que ha sonado este invierno es Bruno Risi, el ciclista más laureado de las Seis Horas de Euskadi. El corredor suizo, que en setiembre cumplirá los 40, no tiene ninguna intención de perderse los Juegos Olímpicos de Beijing y calcula que al menos sus piernas pueden aguantar un par de temporadas más. Curtido en mil velódromos todavía se siente con fuerzas de quemar los últimos cartuchos.

Casi con 48, los celebrará en mayo, a Merlene Ottey se le puede considerar un prototipo de longevidad deportiva. La velocista jamaicana, nacionalizada eslovena, no se ha perdido ninguna edición de los Juegos desde su debut en Moscú'80. En total siete ediciones, algo complicado teniendo en cuenta la celebración cada cuatro años. Ottey guarda de sus intervenciones olímpicas ocho medallas -tres platas y cinco bronces-. Excelentemente situada en el ranking mundial de todos los tiempos en 100 y 200 metros, la mujer de referencia en la década de los 80 pero también de los 90, hace tiempo que se acostumbró a competir contra rivales a las que doblaba en edad. Y no le fue nada mal. En los Campeonatos de Europa de Gotemburgo 2006, con 46, llegó hasta semifinales en los 100 metros y encandiló al estadio.

Con menos participaciones olímpicas que Ottey, cuatro, pero con más medallas, nueve -cuatro oros y cinco bronces-, Dara Torres intentará conseguir un hueco en el exigente equipo estadounidense de natación para las pruebas de 50 y 100 metros libre. Con 17 debutó en Los Angeles'84 y a los 41 pretende estar en Beijing'08 tras perderse las citas de Atlanta y Atenas. Torres protagoniza su tercer retorno a la piscina tras dos retiradas largas. Casada por tercera vez y con una hija de 20 meses se prepara para superar en los trials el examen de clasificación. Cuenta con 65.000 euros anuales para prepararse a fondo y costear un equipo con dos entrenadores de natación, un entrenador personal, masajista, terapeuta físico, dos especialistas en estiramiento, además de la niñera.

Los cercanos

Por estos lares, unos cuantos deportistas también han superado la edad mágica al pie del cañón. Julián Retegi, once veces campeón del Manomanista, ganó su última txapela individual con 39 aunque siguió en el frontón hasta los 46 y dando espectáculo. En el mundo de herri kirolak, los aizkolaris que llevan la voz cantante no son precisamente unos adolescentes. Larretxea y Olasagasti andan por los 48, Arrospide y Peñagarikano por los 50 y Mindegia está más cerca de los 60. El veterano aizkolari de Ezkurra, con residencia en Zubieta, es un reloj. Con la alimentación y el descanso mantiene una rutina, también horaria, intocable. Eso y sus condiciones naturales son su truco de salud.

Mindegia, que hasta ahora había tenido suerte con las lesiones, se está perdiendo la Urrezko Aizkora tras ser operado de la rodilla. Ellos y algún treintañero han dominado y dominan una especialidad, que requiere fuerza, pero sobre todo técnica. Se necesitan años para saber llevar bien los cortes, así que algunos como Larretxea ejercen también de maestros para sus propios familiares -hijo y sobrino- y para los aizkolaris del futuro que en opinión de los entendidos hay que cuidar. «Hay un ramillete de jóvenes entre 16 y 20 años que vienen bien, pero necesitan tiempo», aseguran.

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