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Deia | Félix Iriarte 2008/3/12

Pecado

Ser cristiano ya no es lo que era. Cristiano de verdad, de los que cumplen las leyes como Dios manda. Y es que su representante en la Tierra, Benedicto XVI, ha elevado el listón para obtener el certificado de cristiandad. Ya no basta con cumplir los diez mandamientos escritos en la tabla de Moisés; ahora para no jugarse el infierno también hay que ser respetuoso con el medio ambiente, no hacer lo imposible para ser millonario, no drogarse y oponerse a la manipulación genética. Son los tiempos modernos que traen nuevos deberes para los seguidores de Cristo. (...) Leyendo con atención los obstáculos que hay que superar para llegar al paraíso puede deducirse que serán pocos los elegidos para ingresar en el reino de la paz eterna y muchos los amigos de Satanás. Basta con echar un vistazo a la prensa diaria y leer los titulares. La droga está al orden del día, muchos incluso pecan casi antes de recibir la Primera Comunión. Los laboratorios, los científicos que investigan con embriones o quienes se dedican a la manipulación genética ofenden a Dios a cada minuto, según el nuevo dogma eclesial. Para ellos será prácticamente imposible el perdón por sus fechorías terrenales. Algo parecido sucederá con los ricos que quieren seguir siendo un poco más ricos o con los pobres que sueñan con amasar una pequeña fortuna que les libere de los males cotidianos. Todos hacen méritos, día sí y día también, para acompañar a Lucifer. Porque el infierno existe para la Iglesia de hoy. No me extraña que ante tanta amenaza y tanto pecado capital los cristianos prefieran pasar del Vaticano y vivir como les dicta su conciencia.

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