Eduardo Renobales Historiador
Kandido Saseta
Saseta estaba muy vinculado a ANV, a su ideología, y valoró el empeño de sus batallones en defender las ideas ekintzales. El fue uno de los ejemplos de lo que la frase «Euskadi libre, gizon libreentzat» quería expresar
Cuando a Kandido Saseta se le ordenó desde el Gobierno Vasco que tenía que encabezar la expedición para ayudar a levantar el cerco que los fascistas mantenían sobre Oviedo, tuvo un negro presentimiento. No veía clara aquella aventura de un ejército, el vasco, que luchaba exclusivamente por mantener sus posiciones, ante la superioridad de equipamientos y organización que comparativamente, mantenían los rebeldes a la legalidad establecida. Pero, como buen voluntario de la resistencia vasca, obedeció la orden y se hizo acompañar por varios batallones nacionalistas y socialistas y, entre ellos, no podían faltar varias compañías del Eusko Indarra de Acción Nacionalista Vasca al mando del Comandante Ramón Laniella, verdadero escuadrón de choque y, llamémosle así, la niña mimada del Comandante en Jefe del Eusko Gudarostea.
De esta forma partieron el 7 de febrero de 1937 hacia un incierto futuro que se torció casi desde el inicio. Una adversa climatología propició que el río Nalón bajara salvaje y caudaloso, imposibilitando la tarea de los ingenieros de construir un pontón seguro para cruzarlo. Habría que hacerlo en precarias condiciones y, ante la oposición del enemigo, Saseta ordenó al Eusko Indarra que cruzara en primer lugar para consolidar una inestable cabeza de puente en la otra orilla. Y el Eusko Indarra cumplió lo encomendado, a pesar de sufrir un duro castigo de las ametralladoras facciosas que dominaban el vado desde un alto.
Vencida la inicial dificultad, el batallón ekintzale, secundado por el jelkide Amaiur, lograron penetrar en el pueblo de Areces, pero la tardanza de un batallón cántabro que debía acudir para asegurar la posición, hizo que los franquistas pudieran contraatacar poniendo en grave peligro la seguridad de los gudaris.
Saseta, avisado del apuro, acudió a primera línea con la intención de estudiar la forma de sacar a sus hombres de la ratonera que se había formado alrededor de Areces. Un francotirador tuvo la oportunidad de encontrarle en su línea de tiro y aprovechó la ocasión. Saseta cayó en una posición avanzada y su cadáver no pudo ser recuperado. Perdidos sus restos, quedó sin embargo la memoria de su nombre en el recuerdo de los gudaris y de todos aquellos que luchaban por la libertad. Saseta era una persona sencilla, pero recto y capaz. Su buen hacer propició que todos le respetaran y quisieran como algo más que un simple jefe militar.
Saseta soñó con una Euskal Herria libre, y ese sueño le acompañó durante el corto año que le tocó encabezar la resistencia de los vascos ante Franco. «En menudo fregado nos hemos metido por los asturianos», comentó a su ayudante poco antes de caer; pero, a pesar de todo, en Saseta prevaleció un sentido del deber para con su pueblo y su gente, algo que le hizo estar por encima de acciones puntuales, por encima de la coyuntura que acabó con él. La imagen y el ejemplo de Saseta prendieron en el corazón y el ánimo de todos los que lucharon a su lado. Flotaba en sus conciencias la frase que salió, de sus labios cuando se hizo cargo de Ejército Vasco: «El Gobierno Vasco me ha llamado para una cosa independentista, no para algo autonomista». Saseta estaba muy vinculado a ANV, a su ideología, y valoró el empeño de sus batallones en defender las ideas ekintzales. El fue uno de los ejemplos de lo que la frase «Euskadi libre, gizon libreentzat» quería expresar.