Iñaki IRIONDO                             

Apabullado por los resultados electorales, el PNV ha tratado de dar imagen de agilidad, analizando las causas de sus problemas y obteniendo las soluciones a los mismos en el tiempo récord de seis días. La principal conclusión que dice haber extraído de lo del domingo es que la sociedad vasca «ha dicho que no quiere frentismos, ni confrontación y lo que reclama de los partidos es, por encima de cualquier otra consideración, la transparencia, la claridad de los planteamientos y, sobre todo, la voluntad de acuerdo político». Lo que el discurso de ayer de Iñigo Urkullu no dice es en qué datos fundamenta esa conclusión. ¿En la victoria del PSE? ¿En el mantenimiento a la baja del PP? ¿Son ellos la imagen del no frentismo, la no confrontación, la transparencia y la voluntad de acuerdo? Si aproximadamente el 75% (o más) del voto perdido por el PNV se quedó en la abstención y no hizo caso a los mensajes de Urkullu ni tras el atentado de Arrasate, ¿no serán otras las causas del hastío?

Y con la misma rapidez que ha analizado sus males, el PNV ha dado también con el remedio: técnicas de venta. Primer paso, anunciar como novedad de primavera un «contrato social» que el PNV ya había puesto en la estantería del supermercado político en diciembre con un 5 más en la marca. Y  lo que es peor, ese plan “Euskadi 2020” puede considerarse una imitación del “Bizkaia 2015” que el mismo Urkullu, entonces presidente del BBB, presentó hace un año en vísperas de las elecciones municipales y forales. Y los resultados en Bizkaia, ni entonces ni ahora, han sido como para echar cohetes.