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Iñaki Lekuona Periodista

Huevos de Pascua

La noticia pasó desapercibida la semana pasada. No es de extrañar, porque el mundo entero se entretuvo en analizar con fenomenal interés las últimas declaraciones a la BBC del insigne don José María Aznar López sobre la situación de Irak, si no idílica sí «muy buena». Las principales agencias internacionales de viajes ya se están frotando las manos e incluso ya hay quien ha estado a punto de pasar las vacaciones de Semana Santa en Bagdad para descubrir sus mil y una noches de espanto desde que el trío de las Azores lanzara su peste armada en pos del petróleo iraquí.

La noticia que pasó desapercibida tiene como protagonista al ex ministro de Interior francés y «amigo de España» Charles Pasqua, que acaba de ser condenado a 18 meses de prisión por la financiación ilegal de su campaña para las elecciones europeas de 1999. Según el Tribunal Correccional de París, ha quedado demostrado que el senador gaullista se embolsó 1,143 millones de euros de la venta de un casino cuya apertura autorizó a un amiguete cuando era ministro del Interior. El bueno de Pasqua, de 80 años, no tiene de qué preocuparse porque la pena dictada por el tribunal le exime de ingresar en el sistema penitenciario que tanto alabó en su época de mano dura al frente de la Policía.

Otra cosa será lo que le deparen al senador los otros procesos abiertos en su contra, que no son pocos, como el que le relaciona con un oscuro asunto de tráfico de armas en Angola. Aunque más jugosa es su imputación por «tráfico de influencias» y «corrupción» en la investigación abierta sobre el programa Petróleo por alimentos de la ONU, programa a través del cual, según el juez instructor, Pasqua recibió del gobierno de un tal Saddam Hussein 10,7 millones de barriles de oro negro.

Ah, de nuevo Irak, un lugar casi idílico en el que según la página independiente «Iraq Body Count», entre 80.000 y 90.000 civiles han muerto desde que a los señores Bush, Blair y Aznar se les ocurrió que podían arrebatarles a los iraquíes sus recursos petrolíferos. Lo verdaderamente idílico sería ver a estos tres personajes en la misma situación que los huevos de Pasqua, o sea, apretados en el banco de los acusados en su caso por crímenes de guerra y de lesa humanidad. Eso sí sería un buen regalo de Pascua.

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