La pasada semana «Le Monde» publicaba una tribuna de Carla Bruni en la que anunciaba que el asunto del SMS de la discordia se cerraba definitivamente, y que su marido retiraba la denuncia interpuesta contra «Le Nouvel Observateur» (LNO) tras las excusas presentadas por Airy Routier a la propia Carla.

Bruni aprovecha la ocasión para denunciar la calumnia en la que habría incurrido Routier y LNO, al haber difundido el contenido de un supuesto SMS que Nicolas habría enviado presuntamente a su ex esposa.

A estas alturas de la película no sabemos si estamos ante un presunto o un confirmado SMS. ¡A quién le importa, cuando la cinquième République se descompone cada día un poco más! Si alguien debería confirmar o desmentir su existencia y, en su caso, el contenido, desde luego que esa persona no sería Carla, sino las personas directamente implicadas en esta historia: Nicolas Sarkozy y Cécilia Ciganer-Albéniz.

El texto de la polémica publicado en la web de LNO decía literalmente: «Ocho días antes de su matrimonio, el presidente de la République ha enviado un SMS a su ex esposa, en forma de ultimátum: Si vuelves, anulo todo. Ninguna respuesta».

Por su parte, Carla Bruni-Sarkozy, que firma su artículo en tanto que autora, compositora, intérprete y esposa del président de la République, hace gala de una elaborada erudición intercalando pasajes de Beaumarchais y jugando también con el título de una de sus canciones: «Quelqu'un m'a dit», para reforzar la tesis de la difamación y la rumorología en el asunto del SMS.

La otrora modelo tampoco ha querido obviar un aspecto importante de su vida, como es la faceta profesional. Ahora bien, ¿por qué ha reseñado el hecho de ser esposa del presidente a la hora de abordar una cuestión absolutamente irrelevante para el resto de la humanidad? Tal vez la modelo quiera realizar una pequeña-gran contribución a la filosofía, proponiéndonos una reconceptualización de lo contingente y lo necesario. O puede que esté pensando en la manera de llevar a cabo una feminización de la política. A su manera, claro está.

Pensaba que en la France de la Egalité y de la Laicité la partenaire de quien ostenta la Presidencia no dispone de un estatus especial, ni tiene legalmente establecida entre sus funciones la de ser esposa del Presidente.

Ya el pasado 13 de febrero, en una entrevista concedida a «L'Express», en su rol de esposa amantísima, y despechada, realizaba unas declaraciones desafortunadas, al comparar la edición digital de «Le Nouvel Observateur», en la que se había incluido el asunto del SMS, con la denuncia y delación de las y los judíos durante el régimen de Vichy. A pesar de los contrastes, puntualizaciones y devoluciones del texto de la entrevista antes de ser publicada, Carla estaba de acuerdo con el texto en su integridad. Luego vinieron las disculpas en forma de comunicado el mismo día en el que se editaba la entrevista. Puede que la first lady, en esa ocasión, haya sido asesorada por su amigo Simon Peres. ¡Qué digo! Presuntamente asesorada.