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Victoria Mendoza Psicoterapeuta

Avanzar y resolver, más que condenar

La condena, viniendo de una o de otra parte, siempre queda a medias y no abarca ni todas las verdades ni todos los dolores, siempre queda al gusto de quien desee condenar

Apesar de que Zapatero asegura haber acabado con ETA, los atentados continúan sin que los políticos avancen absolutamente en una posible solución de conflicto.

Encarcelar, torturar, dispersar e ilegalizar por doquier por parte de un gobierno antidemocrático no ayuda en lo absoluto a que las cosas mejoren, ni mucho menos a que el conflicto vasco se encamine a una posible solución. Suspender funciones de un partido, prohibir marchas o manifestaciones de un sector o las tantas irregularidades en detenciones y juicios masivos y absurdos, así como la falta de diálogo, no hace más que agravar la situación que se vive en Euskal Herria. Es urgente, necesario e importante que los políticos se atrevan a ir más allá de lo mal que han hecho las cosas, es hora de cambiar muchas estrategias políticas.

Independientemente de la pertenencia a un partido u otro, debemos atrevernos a mirar más allá de lo que vemos, a hablar y a decir más de lo dicho hasta ahora. Estoy segura de que no todas las personas del PP han estado o están de acuerdo con la guerra de Irak y con los tantos muertos que ha ocasionado esa invasión. Estoy segura de que no todas las personas del PSOE están de acuerdo con todas las detenciones, torturas, dispersión de presos, ilegalizaciones y macrojuicios de todos los que hasta el momento siguen siendo detenidos no por atentar contra la vida de nadie, sino simplemente por pertenecer a la izquierda abertzale o a determinado partido.

Estoy segura de que ni el PNV, ni la izquierda abertzale, ni Izquierda Unida, ni Aralar, ni EA, ni cualquier otro partido del País Vasco desea más atentados, ni más conculcación de derechos, y que tanto unos como otros demandan el derecho a decidir su futuro político, derecho a una democracia representada por todas las sensibilidades, derecho a que sea el propio pueblo quien determine su vida política.

Empecemos por quitar la palabra «condena», ya que la condena, viniendo de una o de otra parte, siempre queda a medias y no abarca ni todas las verdades ni todos los dolores, siempre queda al gusto de quien desee condenar.

Hay un conflicto, una guerra que separa, divide, aniquila, hay varias partes lastimadas y perjudicadas, hay muchos y diversos asuntos que condenar, y cada parte tiene su razones y sus motivos para condenar; por lo tanto, es una de las palabras que debería de desaparecer de la boca de los que realmente quieran avanzar y resolver un conflicto. Le han dado demasiada carga emocional y tiene un gran peso según quien la diga o quien no la quiera decir. Si alguien es capaz de condenar con la misma intensidad un atentado que una tortura o cualquier otra irregularidad y conculcación de derechos, es ahora la persona más idónea para empezar a hablar y a manifestarse, es quien realmente puede comenzar una posible resolución de conflicto. Si no hay esa capacidad de condenar un todo, quitemos esa palabra para poder avanzar realmente.

La resolución de conflicto es dialogar, acordar, corregir, comprometerse y cumplir. Comencemos a ser responsables, inteligentes y justos política y socialmente.

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