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Lucas Cranach «el viejo», propagandista de Lutero y pintor de sugerentes desnudos femeninos

La obra de Lucas Cranach «El Viejo» (1472-1553), propagandista de Martín Lutero y pintor, al mismo tiempo, de sugerentes desnudos de heroínas bíblicas y mitológicas, es objeto de una gran exposición en la Royal Academy de Londres.

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Joaquín RÁBAGO

Semanas antes de su inauguración, la exposición armó un cierto revuelo cuando el metro decidió no admitir como cartel anunciador en sus túneles uno de los desnudos femeninos más famosos de Cranach «El Viejo», una Venus de felina sonrisa que, todavía 500 años después de que fuera pintada, los responsables del suburbano londinense consideraron excecesivamente provocativa.

Lucas Cranach -llamado «El Viejo» para distinguirlo de su hijo, también artista, conocido como Lucas Cranach «El Joven» (1515-1586)- fue un artista de enorme éxito. Ocupó durante varios años el cargo de burgomaestre de Wittenberg, ciudad íntimamente vinculada a la Reforma -en su castillo clavó Lutero sus 95 tesis contra el negocio de las indulgencias- y corte de Federico III «El Sabio», príncipe elector de Sajonia.

Sus pinturas e imágenes tuvieron una enorme demanda entre los ricos coleccionistas alemanes y su estudio, convertido casi en factoría, produjo numerosas réplicas, entre ellas, de sus fascinantes desnudos femeninos.

Destacan éstos por un elegante y entre ingenuo y taimado erotismo que aún hoy, época de saturación sexual, sigue sorprendiendo por la forma, entre disimulada y coqueta, con que esas heroínas bíblicas miran muchas veces al espectador.

Pintor enormemente versátil, Cranach pintó en su etapa de Viena, ciudad donde comienza a saberse algo de su vida, excelentes retratos de humanistas y otros personajes relacionados con su nueva universidad.

De esa época son también obras devocionales como «La Crucifixión», en las que destaca su maestría como paisajista, o su espectacular «Martirio de Santa Catalina» (hacia 1505), obra que presagia su actividad en Wittenberg como pintor de cámara de Federico «El Sabio».

Gran cultivador del retrato, Lucas Cranach pintó varios de su amigo Martín Lutero, de los que se hicieron también numerosas reproducciones que se difundieron rápidamente por toda Europa, contribuyendo a la difusión de la Reforma protestante.

Sus grabados para la primera edición en alemán del Nuevo Testamento, traducida por el propio Lutero en 1522 y considerada una obra fundamental, no sólo desde el punto de vista religioso, alcanzaron también enorme popularidad.

Su amistad con aquel fraile agustino excomulgado por el Papa León X y su colaboración con el también teólogo reformista Felipe Melanchton no impidieron a Cranach atender los pedidos del rival de ambos, el arzobispo de Maguncia y cardenal Alberto de Hohenzollern. Cranach retrató al famoso cardenal, aunque no del natural, sino copiándolo de un grabado de Alberto Durero y representándolo como San Jerónimo en su estudio, rodeado de animales.

También se deben a sus pinceles piezas de retablo para la catedral de Maguncia y diversas tablas devocionales para su arzobispo, así como para otros mecenas católicos.

Cranach, llamado así por la ciudad alemana donde nació (Kronach), supo satisfacer en todo momento los deseos de sus patrones y, así, pintó tanto escenas bíblicas o de martirios de santos como espectaculares partidas de caza, a la que tan aficionados eran sus benefactores.

También dibujó en su taller centros de mesa para banquetes, escudos heráldicos y todo tipo de enseñas, así como los grabados del lujoso catálogo de la colección de reliquias del príncipe elector Federico.

Su holgada posición de pintor de cámara de Federico terminó con la derrota que infligió a éste el emperador Carlos V en 1547, año en que Cranach se trasladó, primero, a Augsburgo y, luego, a Weimar, donde moriría a la edad de 81 años.

La exposición de la Royal Academy, organizada conjuntamente con el Museo Städel de Fráncfort y que estará abierta hasta el 8 de junio, permite al visitante hacerse una idea muy completa, a través de unas setenta obras, de la extraordinaria maestría y versatilidad de un pintor cuya influencia llega hasta Picasso, Modigliani y, actualmente, el estadounidense John Currin.

 

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