Hasta hace muy poco, cuando un personaje de mujer atraía en una serie, casi siempre era desde una perspectiva paternalista o directamente machista. En las últimas décadas, los personajes femeninos protagonistas han ido tomando en la parrilla un lugar parangonable con su realidad social. Bueno, hasta si me apuran, incluso por delante de las estadísticas sobre responsabilidad de las mujeres en ciertos segmentos del sistema directivo y productivo. Y lo bueno, en lo referente a la televisión, es que no solamente han ido tomando su espacio necesario en las series o en los platós o en los noticiarios, sino en general. Sin profundizar mucho más, se trata de algo positivo en todos los órdenes.

Quizás existan todavía algunas disfunciones, o una falta de encaje en cuanto al protagonismo de los personajes. Si «Aída», está absolutamente asimilado, y lo que simboliza no es nada fácil de compartir, aunque sí de comprender, en cuanto se trata de personajes que representan tipos de mujeres algo menos habituales o reconocibles, el asunto empieza a tener más problemas para ser recibido con la misma facilidad. «Mujeres desesperadas» se emite en estos momentos en La 2, y atendiendo solamente a sus resultados de audiencia, parece claro que no tiene el público que la serie, su contenido y su entidad merecerían. Probablemente, la emisión en la cadena especial de TVE marque, señale, prevenga a las audiencias menos proclives a las novedades, o dicho de una manera más directa: más conservadoras.

Sucedió algo parecido con «Sexo en Nueva York», que pese a su buen título, a su promoción, no alcanzaba las cuotas de pantalla que otras series de mucha menos calidad adquieren. Otro caso que podría parecerse al anterior es «Anatomía de Grey», que siendo coral, tiene de protagonista a la propia Grey, y que probablemente tenga tanta calidad como «House», pero no alcanza sus audiencias. Y así podríamos seguir poniendo ejemplos, aunque, la verdad sea dicha, no acabo de encontrar mi línea de argumentación. Será por lo que acabo de leer: los varones solamente comemos las frutas más fáciles de pelar. Nos faltan algunas vitaminas que ayudan a entender mejor al mundo.