En condiciones normales, «Rastro oculto» podría ser calificada de thriller futurista, sólo que se refiere a una realidad que ya es presente, la de la persecución a la delincuencia tecnológica. A tal objeto el FBI ha creado una unidad especialmente dedicada al cibercrimen, que ha alcanzado un desarrollo mucho más rápido que el que se esperaba cuando fue puesta en marcha. Los guionistas se han basado en su existencia para crear el papel de una investigadora que se encarga de delitos perpetrados a través de la red y a la que encarna la curtida actriz Diane Lane, totalmente convincente como dura agente informática. Si bien el relato es de corte policiaco, se escora hacia lo terrorífico debido a la naturaleza del caso a resolver. Se trata de un sádico que tiene una web en la que muestra imágenes en directo de torturas con víctimas reales, siendo los visitantes de la página los que deciden su destino final, ya que cada vez que alguien entra en el sitio se desangra un poco más en un contador que aparece ex profeso, en forma de recipiente que se va llenando hasta rebosar. Tan truculento material es manejado por el realizador Gregory Hoblit, habitual en los tratamientos fantásticos de los argumentos de acción, con títulos que llevan la «f» del género como «Fallen», «Frecuency» o «Fracture».